01 junio, 2004

El casi-debate, primera valoración de urgencia

Bueno, pues tras once años conformándonos con los mítines por fin tenemos para echarnos a la boca… un mitin. Porque sinceramente, lo que yo he visto en la tele no es un debate (o no es lo que yo entiendo por un debate) sino a dos señores muy simpáticos y correctos, talantuosos ambos a más no poder, soltando sus sermones de forma escalonada y alterna.

Si cada vez que hablaba uno el otro se hubiera ido a mear y hubiesen puesto un gato de escayola en su lugar el resultado habría sido el mismo. Tienen tanto miedo a cagarla (todos), tan poco confianza en sus propias ideas (todos, pero algunos más que otros) y tan poca confianza en el oponente (todos, pero otros más que algunos) que pactan un casi-debate totalmente encorsetado y en el que las posibilidades de error son mínimas, por no decir nulas.

A través del patético formato hemos podido ver a dos candidatos que conocían bien su papel, que han estado muy incómodos todo el rato pendientes del reloj y con un Borrell un poco más suelto que Mayor Oreja, aunque éste ha tenido alguna buena réplica.

Mañana hablaremos del fondo (aunque no hay grandes novedades que añadir), hoy terminaré con una sugerencia a los políticos y a los responsables de Tele5: en la próxima ocasión en vez de un presunto periodista (patético papelón el que han reservado para el chico) que pongan a un par de azafatas del Un, Dos, Tres, el resultado será el mismo y son más agradables de ver. ¿Y para eso ha estudiado el chaval una carrera?

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