14 junio, 2004

La derecha sobrevive y viene fuerte

Como dije en mi mensaje del pasado día 9, lo que se jugaba el Partido Popular en estas elecciones era mucho más que conseguir tantos diputados europeos. Tras la traumática pérdida del gobierno en marzo, tras los atentados y la actuación del “comando rubalcabra” el día 13 lo que estaba en juego en el PP era mantenerse, o no, como una alternativa creíble de poder.

En estas mismas elecciones tenemos un excelente ejemplo de lo que te puede pasar cuando tus posibilidades de gobernar se ven cada vez más lejanas: CiU obtuvo en las anteriores europeas (99) un 29,28 % de los votos; en las autonómicas del pasado noviembre un 30,9 %; en marzo cae hasta el 20,76 %; y ahora sigue desplomándose hasta el 17,4 %. En definitiva, cuando un partido no aspira a mandar pierde apoyos (en los medios, en el tejido empresarial, entre los votantes...) y eso le va restando peso electoral.

El PP podía haber seguido un proceso similar que rápidamente se habría visto reforzado por disensiones internas, movimientos de poltrona y navajazos barriobajeros de todo tipo en los que la derecha española tiene una entrañable tradición. Sin embargo, ayer demostró con un excelente resultado (un 41,3 % lo es) que es una opción muy firme para volver a gobernar y que, de hecho, se enfrenta a las próximas citas electorales en una posición relativamente cómoda: a sólo dos puntos de un gobierno que no tienen un verdadero programa, cuya plantilla no es muy brillante (lo de ayer de la Vicepresidenta del Cuota y del Ministro del Interior fue de pena) y cuyo presidente viene perdiendo todos los enfrentamientos parlamentarios con el Jefe de la Oposición.

En definitiva, el PP sigue siendo un jugador válido en la lucha por el poder y, no sólo eso, sino que tiene una posición muy favorable que le debe permitir desarrollar con tranquilidad los cambios necesarios para afrontar el nuevo escenario de oposición y hacer, ahora sí, una autocrítica mesurada y razonable de lo que han significado los ocho años de gobierno, ocho años que han tenido muchos éxitos que es necesario que se sepan aprovechar y reivindicar, pero también algunos errores que hay que asumir y estar dispuestos a no repetir.

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