17 julio, 2004

Palestina, entre la corrupción y el terrorismo

El destino del pueblo palestino, excusa de tantas cosas en oriente y occidente, tiene un futuro bastante negro en perspectiva, ya que se encuentra encajonado entre distintos grupos y facciones, aquel corrupto, este terrorista y el de más allá las dos cosas a la vez. Mientras, en Gaza, en Cisjordania o en Jerusalén la pobreza, el paro y la desesperanza son el pan suyo de cada día.

Leo con estupor las últimas noticias sobre los acontecimientos en la zona: un jefe de policía es secuestrado por unos terroristas que le obligan a confesar que ha robado y violado a mansalva; el primer ministro dimite porque ve que las fuerzas de seguridad son un cachondeo; el presidente no acepta la dimisión y promete, una vez más, que reformará esas fuerzas de seguridad, pasando de ocho cuerpos distintos que son ahora a sólo tres. Atención a la cifra: ocho cuerpos de seguridad para no controlar un territorio tan pequeño como el que está bajo la mano de la Autoridad Nacional Palestina.

¿Es eso el germen de un estado democrático o una agrupación de pandillas lideradas por personajes sin escrúpulos? Sinceramente, parece mucho más lo segundo. Lo triste es que esos mismos personajes pasen en muchos países de Europa y del mundo como representantes de un pueblo oprimido del cual en realidad se están aprovechando y cuyas desgracias les sirven para llenarse los bolsillos.

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