07 julio, 2004

Portero de noche, analista sobre el terrorismo de día

Hay ocasiones en las que la realidad se supera a sí misma, a la ficción y al lucero del alba si se tercia. La Comisión del 11 M comienza con esos aires de astracanada que por desgracia parece que caracterizan a la alta (o baja) política española, y promete darnos momentos de humor del absurdo dignos de una película de los hermanos Marx y más propios de una causa menos seria y triste que la muerte de 192 personas.

Ayer empezó el tema con la comparecencia del señor Garrudo, de apellido imposible y por profesión portero de finca y experto en terrorismo internacional. Ya la cosa estaba quedando rarita cuando el buen hombre nos cuenta como vio en primera fila del patio de butacas como los policías abrían la “fregoneta” y encontraban unas cintas de casete o video, no sabía si una cosa u otra, pero que contenían versos del Corán (curioso enterarse del contenido de algo que no sabemos lo que es). Empezó a ser muy mosqueante cuando el tío afirma que el lunes por la mañana él ya pensaba que los policías estaban tras la pista “árabe”, claro que eso sólo es “una opinión personal”.

Pero lo mejor nos lo guardan para el final: le preguntan poco antes si ha hablado con algún político y dice que no, pero justo al acabar y delante de todo el mundo se acerca a un miembro de la comisión para agradecerle su llamada con tan buena suerte que se lo dice a uno del PP, que sólo acierta a quedarse de piedra, en lugar que al que de verdad le había llamado: Ángel Martínez Sanjuán, vicepresidente de la Comisión y, efectivamente lo han adivinado, diputado por el PSOE.

Como decía aquel: raro malooooo.

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