02 julio, 2004

Uno de los grandes

Quizá el primer recuerdo que tengo de Marlon Brando es de una de sus apariciones menos gloriosas: la del padre de Superman en la primera película que sobre el héroe de Kripton se realizó hace bastantes años. Una interpretación que se hizo famosa porque cobró más por unos diez minutos en el metraje final de lo que se le pagó a Christopher Reeve, el apolíneo protagonista que interpretaba a Klark Kent y su fantástico Alter Ego.

Sin embargo, la primera vez que me di cuenta del pedazo de actor que tengo delante fue en la fantástica Julio Cesar, una película de Mankiewicz basada en el drama de Shakespeare. Desde el rostro del Foro de Roma, Brando se convertía en un maravilloso Marco Antonio que lanzaba la furia del pueblo contra Bruto y los demás asesinos de Julio César.

Tanto me impresionó la escena que cuando estuve el año pasado en Roma casi me derrito de gusto cuando pisé el mismo lugar, exactamente el mismo donde tan sólo en la imaginación de Shakespeare se había pronunciado aquel discurso, tan falso en su rigor histórico como verdadera era mi conexión sentimental con él.

Luego vino el impresionante Kurtz de Apocalipsis Now.

Y después tantos y tantos personajes.

Quizá sea estúpido decir que alguien es “el más grande”, pero se va uno de los mejores, sin duda.

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