Como habrán podido comprobar ustedes (pueden hacerlo todavía si le echan un vistazo a la parte superior derecha de esta página) uno es aficionado a la fotografía. Desde hace ya bastantes años cada vez que voy de viaje, cada vez que conozco un sitio nuevo o en todas aquellas ocasiones que puedan merecerlo, voy arrastrando un pesado equipo dispuesto a “inmortalizar el momento”.
Durante todo este tiempo, además, he visto y admirado la obra de muchos fotógrafos famosos como Ansel Adams, Robert Capa, Doniseau, Alberto Schommer o Brassaï por citar algunos, pero hay uno que me maravilla particularmente: Henri Cartier–Bresson. Así que, cuando ayer leí la noticia de la muerte de no pude dejar de pensar que merecía un pequeño homenaje. Este pequeño artículo es el único que en mis modestas posibilidades puedo hacerle.
Cartier–Bresson tenía una idea de la fotografía que siempre me ha fascinado. Su teoría del “momento decisivo” (que seguro que habrán visto citada en alguno de los obituarios que la prensa le ha dedicado) colocaba al fotógrafo como un espectador a la caza de ese instante valioso en el que, como por magia, las figuras y elementos dentro del visor se ordenaban para crear una imagen bella y representativa, periodística, tan llena de arte como de realidad, por así decirlo. Imágenes que eran la quintaesencia del reportaje fotográfico elevado a la categoría de manifestación artística.
Tengo entendido (igual esto es una leyenda urbana aunque es bastante verosímil) que el fotógrafo francés era uno de los pocos profesionales que jamás se preocupo de positivar sus originales, también me encantaba esa forma de entender la fotografía como un salto al vacío desde el disparador de su Leica, sin red y sin posible vuelta atrás, sin trucos de laboratorio y, desde el punto de vista actual, sin el pasteleo a base de Photoshop con el que hoy en día hacemos mediocres las malas imágenes y aparentemente buenas las mediocres.
Siempre digo que habitualmente es estúpido decir que alguien es el mejor en algo tan variado y amplio como la fotografía. Me cuesta mucho, incluso, practicar el típico juego de elegir mi película favorita, o mi actor o mi disco. Sin embargo, por alguna razón extraña tengo claro que Cartier–Bresson es mi fotógrafo preferido.
Gracias maestro.
Por cierto, disfruten de algunas de sus imágenes.
06 agosto, 2004
El adiós en verano de Cartier–Bresson
Posted by Unknown at 7:04 p. m. Menéame
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