08 agosto, 2004

Receta para un vídeo musical veraniego

INGREDIENTES
- Un/a cantante en edad de merecer, sexualmente apetecible para el sexo opuesto y el suyo propio en los casos pertinentes y con la capacidad de moverse espasmódicamente de forma más o menos rítmica.

- Una canción cargada de chunda chunda, preferiblemente con lo que denominaríamos “aires latinos”, con un estribillo de fácil memorización y una parte hacia el final que permita que el o la cantante hagan como que se emocionan y nos estremezcan con un berrido mezcla de grito y gorgorito.

- Un grupo de bailarines y bailarinas asimismo apetecibles sexualmente (pero no tanto como para robar demasiado protagonismo) y que pongan cara de estar muy implicados en el proyecto. En caso de estrecheces presupuestarias o dificultades logísticas el grupo puede ser de un solo sexo.

- Una serie de localizaciones exteriores de esas en las que no tiene ningún sentido que aparezca alguien cantando y bailando (el pico de una montaña, una roca en medio del mar, el borde de un acantilado enorme…) y que hacen que la gente se pregunte “¿cómo lo habrán puesto ahí?”.

- Una actriz y/o modelo si el cantante es masculino o un grupo de fornidos efebos depilados si la cantante es femenina.

- Una cama con dosel y mosquitero vaporoso.

- Un remedo de escenario y unos cuantos extras para dar la apariencia del concierto en directo.

ELABORACIÓN
Paso 1
Se inicia la receta con una serie de primeros planos de nuestro cantante en actitud pensativa mientras suenan los primeros acordes lentos de la canción; cuando la música alcanza el hervor y estalla el chunda chunda se sumerge al intérprete en una dinámica grupal en la que interviene la cuadrilla de bailarines y/o bailarinas. Previamente habremos sazonado al artista con una serie de ropas que dejen apreciar lo más vistoso de su anatomía. Mantenemos mientras dure el estribillo.

Paso 2
Después desplazaremos la acción a las localizaciones exteriores, en las que damos vuelta y vuelta al cantante mientras suena la letra de la canción en su parte de ritmos medios. Se aconsejan los rápidos planos aéreos aunque sin abusar pues el resultado puede ser algo mareante para los paladares medios. A discreción del cocinero se puede intercalar con tomas en el presunto escenario del presunto concierto en los que el intérprete lo sienta muy adentro.

Paso 3
Volvemos al estribillo y vuelve a ser necesaria la aparición del grupo de saltarines. Es aconsejable (pero no imprescindible) cambiar la configuración de la danza e introducir ciertos rozamientos con los danzantes del sexo opuesto al de nuestro artista. Estos deberán ser suficientemente lúbricos pero sin caer en el mal gusto, puesto que estamos intentando confeccionar una estrella latina y no un rapero.

Paso 4
La parte lenta de la canción deberá adornarse con unas escenas rodadas en la cama con dosel y mosquitero y alrededores. Se macerará al cantante y la modelo o a la cantante y parte del grupo de efebos. Se simularán tanto escenas íntimo/cariñosas como batallas conyugales si la temática de la canción lo hace oportuno. En el caso de que como ingredientes contemos con la intérprete femenina y la cuadrilla de cachas se rodarán escenas con la chica bailando y un cierto aire de orgía a su alrededor, pero sin pasarse con el picante.

Desde este punto se repiten los pasos 2 a 4 tantas veces sean necesarias hasta alcanzar el punto de idiocia y horterez óptimos. Se sirve en programa televisivo de aire juvenil/rebelde/desenfadado y acompañado de presentador/a totalmente fashion. Se decora con expresiones como “súper”, “lo último”, “lo más caliente del verano” o “el ritmo latino de”.

Aconsejamos consumir con moderación pues provoca serias alteraciones neuronales.

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