13 agosto, 2004

Racismo e integración

Leo en El Mundo que los gitanos se han reunido en Alemania para hablar de sus problemas como minoría y de su situación dentro de una Europa cada vez más unida en lo económico, lo político y, por que no decirlo, en lo social.

Señalan los gitanos alemanes que, como minoría étnica que son, sufren fuerte discriminación racista en todo el continente, algo desde luego se puede aplicar perfectamente a España, donde es obvio que los gitanos están, en su inmensa mayoría, entre las capas más desfavorecidas de la sociedad y, exceptuando determinados espacios artísticos, su integración laboral en empleos medianamente cualificados es prácticamente nula.

Desde luego, la situación de esta minoría es un problema que es necesario abordar pero ¿qué se puede hacer? Desde que yo era niño he visto como los sucesivos gobiernos y las diferentes administraciones han hecho un importante esfuerzo económico por favorecer a los gitanos, eliminando grandes núcleos chabolistas en la capital, subvencionando la asistencia de sus niños a los colegios… ¿Resultados? No nos engañemos, más bien pobres. Es decir, me parece que está muy bien que la gente deje de vivir en chabolas, pero si el objetivo era la integración el resultado es 0.

¿Qué conclusiones podemos sacar de esto? Desde mi punto de vista la primera es constatar, una vez más, como soltar dinero a porrillo en forma de subvención no sirve para nada o para muy poco. La segunda es que es imposible integrar (al menos por las buenas) a quien no tiene ni el más mínimo interés por integrarse.

El S XX ha sido particularmente demoledor para la etnia gitana, que ha sufrido la pérdida de sus formas de vida y sus oficios tradicionales así como ver como se ha desestructurado casi por completo su propia sociedad paralela y, por último, los efectos terribles de problemas generalizados pero que a ellos les han golpeado más duramente como las drogas. Su respuesta a esto ha sido enrocarse en actitudes (desprecio a la educación, por ejemplo) y modos de vida (matrimonios adolescentes, por ejemplo) esperando que la sociedad acepte todo un lote que, como otros de los que ya hemos hablado en ocasiones, es francamente inaceptable.

Para rematar el tema lo único que hemos sido capaces es de darles más y más dinero que sólo ha fomentado su actitud pasiva y su desinterés, pues pueden percibir que no integrarse llega a resultar más rentable o que no vale la pena hacer el esfuerzo.

Y lo peor de todo es que de esta experiencia que a partir de ahora nos podría ser tan útil no habremos aprendido nada, como siempre…

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