09 septiembre, 2004

El papel de Aznar

Con la derrota electoral del 14 de marzo se truncó una de las partes más importantes del plan de Aznar para dejar de ser la cabeza visible del Partido Popular, y es que con Rajoy en la presidencia del gobierno habría sido más fácil que el sucesor adquiriese el protagonismo suficiente para que el anterior presidente pudiese “diluirse”, por así decirlo, en una actividad privada en Georgetown o en la FAES o donde fuese.

Sin embargo, desde el agrio banquillo de la oposición resulta más complicado que Rajoy adquiera a los ojos de la opinión pública la estatura suficiente para que Aznar sea solamente una figura en el recuerdo, una figura muy importante, desde luego, una figura de la que, a pesar de algunos errores, los militantes y votantes del PP pueden enorgullecerse, pero que a estas alturas y por decisión propia debe mantenerse en un discreto segundo plano.

Así, puesto que las cosas no han salido como se esperaba y las circunstancias no son las que se habían previsto en el cuaderno azul, me parece muy razonable la decisión de crear un cargo ad hoc para el actual Presidente del PP y, sobre todo, que dicho cargo implique su presencia en la Comité Ejecutivo Nacional, es decir, que le haga intervenir en la política interna del partido obviamente desde un papel obviamente menos destacado que hasta ahora.

Con ello se logran dos cosas, la primera encontrar la forma de homenajear y no renunciar al legado de un hombre que heredó un partido hecho unos zorros y lo llevó al gobierno e incluso a la mayoría absoluta, el mismo que llegó al gobierno de un país en bancarrota y lo puso a la cabeza del crecimiento económico en Europa, entre otros logros. Además, aunque a que a muchos les pese (y ya han salido los “antiaznares” de plantilla en PSOE e IhU) Aznar supone un capital en experiencia, conocimiento, contactos y visión política al que sería estúpido que el PP renunciase.

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