Resulta que a trancas y barrancas la Comisión del 11M sigue avanzando y, aunque dudo que oficialmente se saque algo en claro, los ciudadanos que tengan algo de interés (y procuren informarse a través de algún medio más que ese periódico que utiliza las masacres para hacer humor y conseguir suscripciones) pueden sacar ya algunas conclusiones inequívocas.
En primer lugar, de todas las comparecencias previas al verano se pudo concluir, creo que sin pasión partidista, que el gobierno de Aznar no mintió en los días posteriores al atentado y fue transmitiendo la información de la que disponía prácticamente en tiempo real. Estoy de acuerdo en que fueron torpes y cometieron algunos errores serios, pero eso, que es por supuesto criticable, no es comparable al hecho de mentir.
Además de eso hemos podido comprobar como el tono general de la política española es cada vez más bajo y esto afecta a todos los partidos: interrogatorios ridículos, parlamentarios que no saben parlamentar, testigos groseramente manipulados… un espectáculo, en suma, muy poco edificante y manifiestamente mejorable.
Por último, cada día podemos ver como hay quien está interesado en saber la verdad, si bien creo que podría ser más eficaz a la hora de demostrar ese interés, y quien no tiene ninguna intención de que se sepa nada. Estos últimos son, casualmente, los mismos que el 13 de marzo voceaban a las puertas del PP y en la televisión que querían saberlo todo antes de votar.
Así, ayer se pidieron una serie de nuevas comparecencias entre las que destaca la de José María Aznar y la de un sociólogo alemán al que todos estamos deseando escuchar, pero se bloquearon otras muchas como la de algunos periodistas (por llamarlos de algún modo), fiscales, el actual Presidente del Gobierno y, por supuesto, los famosos confidentes. Por si tienen ustedes alguna duda, el PP votó a favor de todas las comparecencias y fue el PSOE el que bloqueó las que no consideró apropiadas.
En una Comisión de este tipo creo que no se debe bloquear la presencia de ningún testigo, si dice la verdad estupendo, si miente se desenmascara y si no tiene importancia se le trasiega con rapidez. Sin embargo, el PSOE no piensa lo mismo y, por ejemplo, no deja que declaren los confidentes aduciendo razones tan peregrinas como que “no necesitamos que los coautores del atentado vengan a manchar esta comisión". Bien, muy bien.
No apostaría mi mano a que todo lo que dicen los famosos confidentes sea cierto, tampoco estoy seguro de que sea sustancial para la investigación, pero me parece absolutamente increíble que alguien que esté realmente interesado en conocer la verdad no esté dispuesto a escucharles. Serán todo lo delincuentes que se quiera y todo lo inmorales que nos parezca, pero estuvieron en el ajo y algo podrán contarnos. Y en caso de que no sea así, ya que están todo el día en las portadas de la prensa sería más que conveniente que los comisionados revelasen sus contradicciones, les desacreditaran definitivamente y nos quitaran los sobresaltos que día sí día también nos provocan sus declaraciones.
Sin embargo, el PSOE está más preocupado por preservar el honor del Parlamento, como si se tratase de una doncella gitana que no se va a poder casar si es desflorada por la presencia de Zouhier y demás ralea, ¿es que esperan investigar el mayor crimen de la historia sin rozarse con nungún criminal?. Vistas las continuas trabas y lo ridículo de la explicación me pregunto, ¿por qué el PSOE tiene miedo de los confidentes? ¿Quizá es la verdad lo que da pánico a Rubalcaba y Zapatero?
Creo que nos deben ustedes una explicación, caballeros, y recuerden que no basta con ser honrados, hay que parecerlo.
16 septiembre, 2004
El Parlamento, esa débil doncella gitana
Posted by Unknown at 11:15 a. m. Menéame
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