17 septiembre, 2004

El turista, ese indeseable

El Concejal de Turismo de Barcelona, que responde por Jordi Portabella, se ha dado cuenta de que la cosa que el dirige es algo horroroso y que no trae más que desgracias y borrachos a tu ciudad, gente que te deja las calles y los váteres de los bares hechos un asco y, además, cuando sales el sábado por la noche a cenar es complicadísimo encontrar mesa y te vas a un restaurante y “tothom” habla en lenguas mucho más feas que el catalán, degradando el ambiente como si fumaran farias.

Así que el Concejal de NoTurismo, tras pensar mucho en como reducir esa lacra se le ha ocurrido la idea de poner una tasa para que todo el que tenga el privilegio de pasar una noche en la ciudad Condal pague por ello un Euro al consistorio barcelonés, que graciosamente distribuirá el dinero recaudado entre el sector turístico.

A mí me parece una buena idea, porque al fin y al cabo el sector turístico está sobradito y hoy en día, cuando es más barato volar a cualquier ciudad de Europa que a Barcelona, no hay prácticamente competencia. Si es que está claro, pudiendo ir a la capital del provincialismo tripartito y pagar impuestos ¿quién va querer ir a Londres, París, Berlín o Madrid?

Pero lo más importante es, como bien señala Portatancada, el efecto de compensación psicológica que ejercerá la tasa. Y es que es eso, que la gente está harta de ver turistas por su ciudad y ahora cada vez que vea un japonés haciendo foto en un monumento pensará: “mira que jodío el chino éste de las fotos como me desgasta el Parc Güell y ni siquiera sabe pronunciar la elle del final, menos mal que por lo menos nos paga la tasa”.

Anda que cuando se entere el que va a volar tropomil millas para aprender cocina con Ferran Adrià de que tiene que pagar una tasa se va a alegrar un taco, de ésta seguro que el Fórrum se llena hasta los topes…

Y Barcelona, cada día más cosmopolita.

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