13 octubre, 2004

Por sus amigos los conoceréis

Comenta Libertad Digital, y como siempre es el único que lo hace, que ayer el embajador español en Cuba celebró una bonita recepción. Ya antes de empezar la fiestuqui había sido bastante polémica pues en un principio no estaban invitados los pocos disidentes que consiguen mal que bien sobrevivir en el paraíso tropical, o mejor dicho, mantenerse fuera de sus múltiples prisiones.

Bueno, como al saberse esto alguien le hizo ver lo feo que era el tema y hay un acuerdo de la UE que exige que sea así, finalmente la oposición política al tirano fue invitada a la embajada patria. Pero había que darse el conveniente baño de rojitud (este gobierno piensa o sabe que hay que travestirse de rogelio cueste lo que cueste, en dinero o vidas humanas) y el embajador/comisario político se soltó un discursito en la mejor tradición procastrista de la izquierda española.

Sí sí, la izquierda procastrista española, ese grupo socio-burro-lógico que desde la comodidad y la prosperidad de un país democrático se complace en la “lucha del pueblo cubano”, una lucha que pasa por la persecución del que discrepa y del homosexual, citando sólo dos ejemplos; por las decenas de miles de presos políticos; por los millones de exiliados (¿tantos burgueses fascistas había en Cuba?); por una libertad de expresión tan amplia que está terminantemente prohibido tener una fotocopiadora; y por la sumisión de todo un país (excepto el círculo del poder, claro) a la más absoluta de las miserias…

El discursito en cuestión hablaba de un nuevo clima de entendimiento entre Cuba y la UE y de la ineficacia de las medidas adoptadas hace un año para intentar torcer el brazo de la satrapía castrista, que por tanto deben ser abandonadas. Además, expresaba el deseo de que en próximas fiestas similares se pueda “disfrutar” de la presencia de representantes del gobierno.

Tal fue el tamaño del sumiso pasteleo que los finalmente invitados disidentes tuvieron que tomar la decisión de salir corriendo de la fiesta, supongo que alarmados por la posibilidad de que efectivamente viniese un miembro del gobierno cubano y le diese por torturarlos un poco, así que completamente indignados Oswaldo Payá y Marta Beatriz Roque salieron de la embajada y se llevaron otro pedazo de dignidad de nuestra política exterior.

Sólo nos queda preguntarnos qué dictadura inhumana y vestida de rojo y/o con turbante será la receptora de nuestros próximos halagos: ¿Sudán, Irán, Corea del Norte, Siria? Hagan sus apuestas, todavía puede ir a más.

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