10 diciembre, 2004

Para partirse de la risa, o no

Tremendo esperpento el que han montado el gobierno y sus secuaces mediáticos (o quizás el Grupo Prisa y sus satélites políticos, a estas horas ya no distingo bien) alrededor de la ya famosísima página www.gruporisa.com, que ha explotado en pleno puente pero que me parece que se merece un comentario aunque sea a posteriori y a pesar de algunos ya se hayan adelantado brillantemente (también aquí y aquí).

Todavía no sé si lo que más me sorprende de la cadena de acontecimientos es la profunda idiocia que demuestran nuestros gobernantes cada vez que tocan un tema que tenga un mínimo de profundidad o que no sea opinable o cómo asoman su patita totalitaria por debajo de la puerta al menor descuido.

Lo que creo más destacable de todo el tinglado es ver como la alianza entre determinado grupo privado de desinformación y el gobierno se hace no sólo evidente, sino descarada, y además muestra en todo su esplendor que no les importa mentir, atacar las libertades individuales o manejar la realidad en los mismos términos y con las mismas formas con las que lo haría la camorra napolitana.

¿Qué pensaríamos si un miembro del gobierno de George W. Bush calumniase así a una televisión que no fuese de su cuerda (que por otra parte casi ninguna lo es)? Me imagino los llantos y el rasgarse de los pañuelos palestinos mientras la ceniza se derramaría por progres cabezas que denunciarían el fin de la democracia en los EE.UU., si es que algún día la hubo.

Siguiendo con lo de imaginar… ¿Cuál sería nuestra reacción si la campaña de calumnias las protagonizasen personajes como Chávez o Fujimori, reconocidos campeones de la democracia? Pues no nos parecería ni más ni menos que lo que es: el lamentable espectáculo propio de una dictadura tercermundista de un país en el que el populismo barato y soez es rentable políticamente.

¿Es a eso hacia lo que vamos? Pues parece ser que corriendo, cuesta abajo y, por ahora, sin frenos.

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