08 febrero, 2005

Corren malos tiempos para los agoreros

Especialmente para los agoreros antiyanquis, una rama muy nutrida del agorerismo mundial que pese a fracasar una y otra vez en sus funestos pronósticos no cejan en el empeño de descubrirnos que el final está cerca para el capitalismo neoliberal y salvaje y, muy especialmente, para su máximo y satánico representante en la tierra: Estados Unidos.

Y es que las malas buenas noticias (malas para ellos, buenas para el resto de la humanidad) se van acumulando: el acuerdo al que hoy han llegado Abu Mazen y Sharon se suma al recientísimo y brillantísimo éxito de las elecciones en Irak, a lo que parece que se empieza a encauzar como una transición pacífica en Palestina o a las no tan lejanas todavía elecciones en Afganistán.

Vemos pues que están pasando cosas que nunca iban a pasar según, por ejemplo, la inmensa mayoría de la prensa europea, mientras que otras que estaban al caer se diluyen poco a poco, sin ir más lejos en los últimos meses se nos han perdido por el camino hacia la libertad tres guerras civiles, tan “inminentes” como “inevitables”, en los países citados anteriormente.

Por si eso fuera poco Condolezza está por Europa y, con la fuerza que le dan los brillantes éxitos que está alcanzado la política exterior de George W. Bush, ha tendido una mano que los políticos más destacados del continente, entre los que no incluyo a José Luis Rodríguez Zapatero, seguramente se abalanzarán a tomar.

Pueden mis lectores acusarme ahora de excesivo optimismo o incluso de triunfalismo (de hecho les animo a que lo hagan, que para eso están los comentarios) pero creo sinceramente que no tendrían razón: las cuatro noticias son pasos de mayor o menor importancia en procesos muy largos y que todavía costará mucho esfuerzo (y tristemente muchas vidas) afianzar; soy consciente de que son solamente eso, primeros pasos, pero su importancia me parece notable y no puedo dejar de alegrarme de ellos y, por qué no, de que por ahora los futurólogos de tres al cuarto que siempre han fracasado en sus predicciones apocalípticas se la peguen otra vez.

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