09 febrero, 2005

ETA vuelve a intentar asesinar en Madrid

Esta mañana me he llevado un sobresalto mayúsculo cuando he oído por la radio que se daba la noticia de una fuerte explosión en el Palacio de Congresos de IFEMA. Por supuesto, siempre que se oye una noticia similar la gente de bien se preocupa, se angustia y teme que la catarata de acontecimientos se dispare y acabe con alguna víctima mortal o alguien malherido, pero en esta vez mi preocupación era todavía mayor, pues ha dado la casualidad de que los asesinos de ETA han elegido para la ocasión un lugar en el que he trabajado durante bastante tiempo y donde todavía trabajan buenos amigos y muchos compañeros.

He empezado entonces la ronda de llamadas para tratar de enterarme de algo y, sobre todo, para confirmar que todos mis allegados estaban bien. Afortunadamente, todos mis lo están, hasta donde yo sé ninguno de mis antiguos compañeros de oficina ha resultado afectado e incluso los heridos que hay son todos de carácter leve (aunque el susto ya no se lo quitan ni dándose baños de tila).

Sin embargo, más allá de la anécdota más o menos personal y de que por suerte no ha habido ninguna desgracia seria (y recalco lo de por suerte, conozco bien la zona y a esas horas es un continuo ir y venir de coches buscando donde aparcar: se podría haber llevado por delante a cualquiera) creo que, como cualquier atentado similar, lo ocurrido hoy debe llevarnos a reflexionar.

Y lo primero que se os ocurre pensar es que la banda asesina de ETA está recuperando capacidad operativa y lo que podríamos denominar “vocación asesina”, después de una temporada de pequeñas acciones con bombas de reducida carga y que parecen pensadas para no causar víctimas nos encontramos con un coche cargado con entre 20 y 30 kilos de explosivos (que no es tontería), detonado a una hora en la que hay mucha gente en la zona y con un aviso en el sitio equivocado.

Está claro que esta sutil escalada es parte de la estrategia de la banda de cara a unas negociaciones y/o alrededor del famoso Plan Ibarretxe, que han apoyado carta y votos mediante. Se pueden hacer varias lecturas al respecto, pero para mí hay una que está clara: mientras el gobierno se está mostrando cada día más condescendiente con los alrededores de ETA y su proyecto político los de la capucha se van envalentonando.

Después del 11M la sociedad estaba muy sensibilizada y cualquier actuación de los asesinos independentistas habría jugado en su contra políticamente, pero los españoles olvidamos rápido, y llega el momento en el que a ETA puede interesarle asesinar y, desde luego, le interesa demostrar que es capaz de matar.

A ver si, al menos, esto sirve para que alguien se caiga del guindo del optimismo antropológico.

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