08 febrero, 2005

Sobre el "discretismo"

Se está poniendo de moda lo discreto, lo silenciado, lo que ocurre sin que nos enteremos. No, no me estoy refiriendo a que los clubes de moda hayan aumentado su grado de insonorización o a que se esté extendiendo la fiebre del “silent party”, hablo, pásmense ustedes, de la política nacional, e internacional.

Ayer nos desayunábamos con la noticia confidencial de una reunión secreta entre el Presidente del Gobierno y el Presidente del Euscadiburubatsar, Yosuyon Imaz; hoy en lugar de volver al cruasán como Dios manda lo que vemos es la confirmación de lo de ayer en boca de uno de los dos protagonistas. La reunión se celebró entre el 17 y el 20 de enero, es decir, hace más de dos semanas y nos enteramos ahora, pero no fue secreta, sino discreta.

Uno piensa que, al menos en democracia, lo normal es que funcione el viejo dicho de la luz y los taquígrafos. Personalmente, creo que una reunión sólo alcanza el estatus de “discreta” si por alguna razón es vergonzante, si una de las partes o todas prefieren que el asunto no transcienda es porque algo espurio hay en sus contenidos o en sus intenciones.

Pongamos un ejemplo, si me encuentro un día con una antigua compañera de trabajo para ver que tal nos va la vida y eso lo normal es que se lo comente a mi mujer: “¿sabes que voy a comer con Pepita?”. Todo lo más que se lo diga a posteriori si he olvidado hacerlo antes: “¿sabes que hoy he comido con Juanita?”. Supongamos que no le digo nada y que por esas cosas que pasan acaba enterándose por otro lado (un confidencial, por decir algo), entonces lo más probable a pesar de la confianza que tiene depositada en mí sería que se mosquease: el secretismo hace las reuniones sospechosas.

Si en lugar de ser yo se trata de un Presidente del Gobierno el papel de la esposa lo juega el electorado, y el secretismo es todavía más sospechoso, porque la acción política está unida a la publicidad: la “cosa pública” se debe ventilar en público, al menos en democracia. Me puede parecer más o menos oportuno que Zapatero se reúna con el Presidente del PNV, pero que lo haga en secreto huele a cuerno quemado.

En cuanto a la introducción del discretismo como término, me llama poderosamente la atención el descaro que tienen algunos políticos en mentirnos, y como salen impunes de las muchas trolas que cuentan. Si le digo a mi mujer que la reunión con mi compañera no era secreta, sino discreta, me parte la cara por reírme de ella, pero a los políticos o al menos los de izquierdas todo les sale gratis. Y discreto, claro.

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