10 febrero, 2005

Dos (o incluso tres) razones más para votar NO a la Constitución Europea

Cuando la fecha del día 20 se acerca inexorable como el tren de los Hermanos Marx por los raíles de la historia (toma ya frasecita) varios sucesos han venido a reafirmar mi fe, ya de por sí bastante firme, todo hay que decirlo, en que lo mejor que se puede votar en el referéndum es un NO como la Catedral de Burgos.

El primero de estos acontecimientos fue la atenta observación de la publicidad electoral (¿electoral?) que ha lanzado Izquierda Unida. El spot responde un curioso planteamiento que podríamos resumir en “Llamazares superestar”, algo lógico dado el tirón popular del líder comunista, de sobra demostrado en las últimas elecciones (nota para los susceptibles: esta frase no es irónica del todo, si con las tonterías que dicen y las barbaridades que ponen en los programas todavía les vota casi el 5% de la gente es que algo de tirón popular hay).

Bueno, a lo que íbamos que me disperso, pues resulta que en el anuncio aparece el camarada Llamazares entrando en el metro (en una estación totalmente vacía, por cierto), utilizando lo que parece un tren de cercanías, hablando en un decorado en el que se ve el micrófono, todo como muy natural, en un estilo cercano y tal, o al menos queriendo dar la impresión, osea.

En su charleta política el camarada Gaspar nos explica que el NO es un voto de izquierdas (ejem) por estamos ante una Constitución conservadora (ejem) ya que no la han redactado ni los trabajadores, ni las mujeres, ni (atención) los inmigrantes (JAJAJAJAJA), pieza fundamental, como todo el mundo sabe, de cualquier proceso constituyente que se precie. IU, en un moviendo que no puedo sino aplaudir, se está acercando cada día más a posiciones que podríamos denominar como “marxismo grouchista”: de astracanada en astracanada hasta la derrota final.

El otro suceso tiene bastante menos vis cómica, al menos para un servidor: resulta que por primera vez en mi vida soy suplente en una mesa electoral (creo que suplente de suplente), con lo el domingo día 20 en lugar de quedarme retozando en el calor de las sábanas y levantarme con el sol bien alto como corresponde (al séptimo día descansar) tendré que darme el madrugón y plantarme en el colegio electoral a las 8 de la mañana, probablemente para hacer el canelo, votar y volverme a casa.

Por supuesto que participar en la “parte interna” del proceso democrático tiene que ser un deber y casi un derecho, pero que la primera vez que me toque sea un referenducho no vinculante me parece una vesania, es decir, una putada (con perdón) que requiere serena venganza contra los culpables, ¿y quién más culpable que el gobierno que lo convoca?

¡¡Zetapé, mi venganza caerá sobre la urna en forma de NO!!

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