02 febrero, 2005

El debate, un día después

Pues un poco más tranquilos hoy y sin las prisas del directo podemos analizar de forma algo más pausada y pormenorizada el debate que tuvo lugar ayer. También, y aunque torturas así no están pagadas ni por el multimillonario cheque que me envía mes tras mes la CIA, me he tomado la molestia de leerme la trascripción de los discursos de los principales protagonistas del evento, Ibarretxe, Zapatero y Rajoy (pueden encontrar los respetivos pdf aquí, aquí y aquí).

Para empezar, Ibarretxe cumplió pormenorizadamente con el papel que se esperaba de él, para lo que contó además con la ayuda de los múltiples pequeños grupos nacionalistas que pueblan nuestro congreso y que le jalearon. También es esto completamente lógico, pues a esta constelación de pequeños partidos los une un lazo mucho más fuerte que el amor: su común sentimiento de odio a España y a todo lo que huela un poco a español.

De la intervención del lehendakari destacaría sus últimas frases en las que diferenciaba entre el “pueblo vasco” y los ciudadanos que viven en el País Vasco, momento en el que se le vio la patita a la ideología absolutamente reaccionaria, mítica, irreal y pseudoreligiosa que defiende el PNV (y con él todo el nacionalismo vasco) y en virtud de la cual hay una especie de corpus mítico (y místico) llamado “pueblo vasco”, a la derecha del cual supongo que se sentará Arzallus el día de la independencia y que es objeto de no sabemos muy bien que derechos históricos. La que si me pareció llamativa fue la exposición del porta-coz del partido del lehendakari, que por lo que se ve parece que por ahora no ha conseguido y billete de ida al soñado “pueblo vasco” y pensó que ayer era un buen momento para hacer méritos: no he visto nunca a nadie mentir, insultar y falsear la historia con tanta chulería, descaro y en un tono más provocador.

En cuanto al Presidente del Gobierno, créanme que desearía poder decir otra cosa, al menos en este tema les juro que me encantaría poder escribir sinceramente sobre la brillante intervención de Zapatero, su encendido discurso en defensa de la legalidad y la Constitución pero, ay, no puedo. Y es que mientras uno cree que un presidente debe tener extremadamente claras una serie de ideas básicas sobre democracia, unidad nacional, respeto por la legalidad y temas como esos, Cetapé cada día se esfuerza más por no esconder la vacuidad de su pensamiento y su total ausencia de principios. Supongo que en el mundo de lo políticamente correcto en el que estamos, donde el diálogo es el único valor absoluto tener principios es malo y todo puede ser objeto de dialogado cambalache.

José Luis Rodríguez (el Puma?) dijo ayer que Ibarretxe no debía interpretar el resultado del debate como una derrota (curiosa visión de la aritmética: 313 a 29 yo lo definiría no como derrota sino como goleada), sino como un primer paso hacía “una realidad nueva, más integradora, en la que quepamos todos”. ¿Es que en la actual realidad no cabemos todos? ¿Es que hay alguien, ciudadano o “pueblo” cuyos derechos estén siendo pisoteados? Yo pienso que sí: los políticos y ciudadanos no nacionalistas del País Vasco que tienen que vivir con escolta y mirar debajo de su coche todas las mañanas, pero dudo que el Presidente se refiriese a ellos y, sobre todo, estoy seguro que para solucionar eso no hace falta ningún plan, y menos aún este Plan.

Por último, no quiero dejar de reseñar el espléndido discurso que hizo ayer Mariano Rajoy, uno de los mejores que he oído nunca en España y sin duda el mejor de toda su larga carrera política. Moderadísimo en el tono, firme en la forma y formidable en el fondo, el líder del PP demolió uno a uno todos los argumentos y razones que habitualmente utiliza el victimismo nacionalista vasco. Les recomiendo encarecidamente que lo lean entero, pero tampoco puedo dejar de destacar tres párrafos:

"En España, la soberanía, la única autoridad que no tiene que dar cuentas a nadie por ser soberana, la encarna el conjunto de los españoles y se expresa a través de las urnas. No existe otra. Esta soberanía, esta autoridad suprema, estableció que el País Vasco podía constituirse en Comunidad Autónoma, le fijó las normas y le señaló un ámbito vasco de decisión, que por cierto es riquísimo. En efecto, existe un ámbito vasco de decisión para todas aquellas cosas que ha autorizado la soberanía nacional y mientras las autorice. No hay otro.

Estoy recordándoles, señorías, algo que es obvio aunque algunos hagan como que no oyen: el País Vasco no es patrimonio privado de nadie. Todos los españoles tienen derecho a decidir sobre su presente y sobre su futuro, del mismo modo que todos los españoles, incluidos los vascos, tienen derecho a decidir sobre el futuro de Murcia o de Melilla. De hecho, todos los días tomamos decisiones en esta Cámara sobre cosas que afectan a cualquier rincón de España.

Nosotros, las Cortes, representamos a esa soberanía nacional. El señor Ercoreca, también. Y la señora Lasagabaster, también. Porque ninguno estamos aquí en representación de nuestro pueblo sino en representación de todos los españoles. Esto no es una lonja de contratación ni una casa de subastas. Aquí no venimos a dirimir pleitos privados. Cada uno de nosotros representa a todos los españoles, es decir, a la soberanía nacional."
Rajoy dijo ayer de forma espléndida y razonada lo que a muchos nos hubiera gustado oír por boca de un Presidente del Gobierno, mientras que Zapatero se quedó en algo que no nos habría gustado ni en boca del Jefe de la Oposición. Triste diferencia de calidades.

Tras el 11 y el 14M, con el cariz que están tomando las cosas y con la maquinaria mediática funcionando a toda presión es posible (no deseable, pero desde luego posible) que Rajoy nunca llegue a la Moncloa. Sería un gran error y una gran injusticia, no para él, sino para España o para lo que dentro de unos pocos años quede de ella.

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