03 febrero, 2005

La publicidad mentirosa de Manos Unidas

Normalmente no le presto mucha atención a la publicidad radiofónica, pero como suele repetirse “cienes y cienes” de veces y al cabo del día uno ha escuchado algo de radio casi sin querer me acabo aprendiendo de memoria buena parte de las cuñas, o al menos aquellas que por lo que sea me llaman más la atención.

En los últimos días, por ejemplo, vengo escuchando una de Manos Unidas (estoy casi seguro que es de Manos Unidas, pero quizá me equivoque) que pretende convencernos de que nos hagamos socios de dicha ONG, es decir, de que le demos dinero. Probablemente Manos Unidas hace, como otras ONGs, una labor encomiable y ayuda a muchas personas a salir adelante en los países del tercer mundo, sin embargo, a la hora de pedir nuestro soporte económico tanto ella como otras muchas utilizan dos tácticas la mentira y el chantaje sentimental.

Me explico, el anuncio en cuestión presenta una situación con la que todos podemos sentirnos bastante identificados: dos compañeros de trabajo se están repartiendo las vacaciones y, con un descaro verdaderamente notable, uno de ellos se queda con los mejores días: navidades, semana santa, los puentes… La moraleja que se extrae del “cuento” y el lema de la campaña es algo así como: “cuando unos tienen más, otros se quedan con menos”.

Así pues, nos encontramos con la gran mentira de la izquierda y progresía solidaria varia: mi bienestar no se debe a que he trabajado duro para conseguirlo, ni siquiera a que he tenido la suerte de nacer en un país cuyo sistema económico (capitalismo) y político (democracia) son los únicos que permiten que se genere riqueza, una riqueza que cada vez alcanza a mayores capas de la sociedad por cierto; mi bienestar se debe a que le quito a los menesterosos lo suyo, porque como los recursos son diez y yo tengo nueve al pobre negrito de barriga hinchada solo le queda uno.

Por supuesto, como asqueroso capitalista acaparador soy directamente responsable de la muerte por inanición de un número increíble de niños africanos por minuto, así que lo mínimo que puedo hacer para lavar mi conciencia y tratar de no condenarme indefectiblemente a las simas del averno es dar algo de dinero a estas ONGs, más o menos como cuando se compraban bulas papales para la redención de los pecados.

Hay un montón de problemas que explican el hambre en el tercer mundo, parte de los cuales son responsabilidad de los líderes del primero (no de los ciudadanos, ojo): el proteccionismo agrario, los pufos que dejó la descolonización, la incapacidad y el desinterés de llevar la democracia a esas inmensas áreas del planeta… pero hasta un lego en economía como el abajo firmante sabe que los recursos económicos no son limitados como pretenden hacernos creer (ni siquiera los naturales lo son, ¿se acuerdan de Malthus?), y que además la principal característica del capitalismo su capacidad de crear riqueza, sistema infinitamente más eficaz que repartirla.

Una de dos, o quien pretende venderme esta vieja moto no tiene ni idea de economía (pero a un nivel de primero de básica) con lo cual no le voy a confiar mi dinero para que lo malgaste; o sí que sabe algo y lo que pretende es tomarme el pelo y, sinceramente, demasiado poco me queda como para ir dejando que se lo lleven a puñados: no cuenten con mi dinero señores.

No hay comentarios: