14 febrero, 2005

La sociedad y los políticos

Una de las más habituales cantinelas que soportamos habitualmente es la que dice algo así como: “la sociedad siempre va por delante de los políticos”. Normalmente, este tipo de “razonamiento” se suele exhibir para justificar cambios en leyes fundamentales o leyes polémicas que tocan temas muy sensibles o cuya oportunidad no está clara del todo, que despiertan recelos en parte de la ciudadanía y que, por otra parte, son demandadas, si es que lo son, por sectores muy minoritarios.

En ocasiones el presunto adelanto de la sociedad es simplemente una mentira, una falsedad que se utiliza para justificar las ansias de poder de determinadas élites políticas a las que no importa que la sardina se chamusque con tal de que esté junto a su ascua. Así, por ejemplo, vemos que de creer a ciertos politicastros hay regiones de España en las que los ciudadanos están desesperados por aumentar el grado de autogobierno (otro día hablaremos de esa gran mentira que se ha dado en llamar autogobierno) dadas sus características históricas, su “especifidad” cultural y no se cuantas cosas más.

Pero resulta que, excepto esas élites de las que hablamos o los cuatro cafres más cerrilmente politizados, lo que al ciudadano medio le preocupa no es el grado de autogobierno o el hecho de vivir en una región o en una “comunidad nacional”, sino cosas más mundanas como la seguridad ciudadana, el terrorismo, los problemas en su trabajo o que el sexo con su pareja ya no es lo que era, lo cual no es óbice ni cortapisa para que los gobiernos y las instituciones se centren en hacer lo que les sale de la testicular que para eso les han elegido los ciudadanos democráticamente, para pasarse sus necesidades por el tendón de Tello.

Así, vemos que el tripartito catalán, por poner un ejemplo, desde que está en el gobierno se está esforzando al máximo en redactar un nuevo Estatuto, para lo cual ha convocado a los restantes partidos del arco parlamentario a una comisión y los ciudadanos a una especie de convivencias catecomunales a través de las cuales todos (?) pueden expresarse en libertad y decidir, por ejemplo, si Cataluña es una nación, una Comunidad Nacional o un club de amigos, presuponiendo que a) esas cosas se pueden decidir como quien decide hacerse socio del club de tenis o del de golf; y b) que a los ciudadanos les agobia si los canes estatutarios galgos o podencos.

Sin embargo, ay, resulta que La Vanguardia, medio nada sospechoso de desafección a las doctrinas oficiales tripartíticas, hace una encuesta y le sale la barretina por la culata: sólo el 28 por ciento de los catalanes considera a su comunidad como una nación (link a Libertad Digital, ya que el periódico barcelonés requiere registro).

Al final será verdad que la sociedad está muy por delante de los políticos, eso sí, me temo que en un sentido muy diferente al que quieren hacernos creer.

PD.: Por cierto, alrededor de este tema no se pierdan esta anotación sobre la curiosa forma de titular de La Vanguardia, si es que cómo son…

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