15 febrero, 2005

ETA quiere poner muertos sobre la mesa

No es que nos las queramos dar de gurús, pero ya decíamos por aquí hace unos días que ETA tiene otra vez sed de sangre y ahora tenemos la confirmación fehaciente de que es así: al último detenido de la banda mafioso-separatista lo han pillado con el carrito del helado… y el cetme cargado.

Resulta que un tal Javier Pérez (nótese el apellido con profundas raíces euskéricas) tenía un rifle con mira telescópica preparado para asesinar, así como información detallada de políticos “constitucionalistas”: el presidente del PP de Vizcaya, Antonio Basagoiti; el portavoz parlamentario del PSE, Rodolfo Ares; y el portavoz del PP vasco Leopoldo Barreda.

A bote pronto podemos extraer varias de conclusiones. La primera es que mientras se nos toma el pelo con vagas promesas de tregua los asesinos lo tienen muy claro: su fuerza en una eventual negociación son los muertos que logren poner sobre la mesa, el grado de miedo que sean capaces de crear.

No menos destacable me parece el hecho de que, pese a los esfuerzos titánicos de la dirección del PSE por marcar distancias con el PP, los asesinos de ETA siguen diferenciando claramente a quién disparar: por mucho que le bailen el agua al PNV a ritmo de aurresko ellos seguirán necesitando escolta mientras que sus “coaligables” pasearán sin ningún miedo por la maravillosa Playa de la Concha, los alrededores del Guggenheim o incluso por las calles de Hernani o Mondragón.

Así que el PSE se enfrenta, de seguir por este camino, a una disyuntiva curiosa: si el PNV, EA y ese engendro llamado Esker Batua (o algo así, dada su importancia moral y casi electoral no me voy a molestar en comprobar en google que lo escribo bien) logran una mayoría suficiente López y sus amigos se quedarán compuestos y sin novio, un desprecio bastante patético que les dejará en una posición realmente ridícula incluso frente a sus propias bases; si por el contrario al final se meten en el gobierno tendrán que tragar sapos y culebras y, o bien durarán cuatro días o bien la camarilla que ahora ocupa la dirección del PSE perderá la poca dignidad personal y política que le queda.

Por último, esta es una buena ocasión para recordar a todos los que ahora piden como una necesidad democrática que Batasuna se presente a las elecciones que si los colegas de Otegi y demás chusma no puede participar de la vida democrática no es por sus repugnantes ideas (que a mí me dan asco pero que podrían defenderse democráticamente en una democracia), sino porque según el Tribunal Supremo forman parte de esa cosa que se llama ETA que, como vemos, se dedica a asesinar ciudadanos.

Y a todo esto, puesto que Batasuna es parte de ETA, ¿todos estos llamamientos en su favor no podrían considerarse colaboración con banda armada?

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