02 marzo, 2005

Estatut über alles

Nos dice Maragall desde Uruguay (al Uruguay, guay, yo voy, voy, porque temo naufragar, decía un viejo cuplé) que hay que desinflar el suflé catalán por el bien del Estatuto. También comenta que hay que “aplicar vaselina”, una curiosa forma de expresar que hay que suavizar la situación, porque todos sabemos para que sirve la vaselina, o al menos uno de los usos que se le da y que, a pesar de ser del agrado de parte de la población (lo que me parece estupendo), suele ser considerado sinónimo de pasar un mal rato: metafóricamente a nadie le gusta que le den por culo.

Por otra parte, Piqué y Carod Rovira también están muy preocupados porque la “polémica” pueda “contaminar” (atentos a la selección de las palabras) la reforma del Estatut, que alcanza así el grado de la-cosa-más-importante que jamás podrá aprobarse. Así que por la reforma del estatuto debemos dejar de lado la corrupción, a los vecinos de mi barrio tocayo y al sum sum corda si es preciso.

A un servidor le llama poderosamente la atención lo urgente y necesario que se ha vuelto el Estatut de marras, pues diría yo que no por carencia de autogobierno ha caído Cataluña en el desgobierno y los ciudadanos catalanes pueden levantarse todos los días e ir a trabajar sin mayores problemas, quizá un poco agobiados por la presión del nacionalismo y la catalanor, pero eso ya es otro tema.

Pero el hecho es que la clase política nacionalista, es decir, todos menos el PP y el día que nos despistamos hasta el PP, han creado la necesidad de de aprobar un Estatuto de autonomía completamente innecesario y ahora en virtud de esa urgencia nos tenemos que tragar comisiones, socavones, sapos, culebras y, encima, soportar que Maragall nos de… vaselina.

Pues sinceramente, yo no sé si vale la pena, oiga.

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