09 marzo, 2005

Peces Barba o la contumacia en el error

La peripecia de Gregorio Peces Barba en el cargo de Alto Comisionado para las Víctimas del Terrorismo está siendo una carrera de despropósitos para la que sólo encuentro un referente anterior en la desternillante película “El mundo está loco loco loco” y, lo que es peor, no tiene pinta de no acabar mucho mejor que dicho film.

Resulta que ocupa un cargo creado no se sabe muy bien para qué, pero que en cualquier caso debería pasar por la aceptación y la empatía de aquellos a los que se supone que debe apoyar y proteger. La principal asociación del “gremio”, que representa como a un 90 % de sus miembros, ya ha pedido su dimisión; personalmente, aunque fuese un capricho de la AVT creo que ser aceptado por ella es condición imprescindible para ejercer el cargo (esto es tan lógico que resulta difícil explicarlo) pero al Sr. Peces Barba no parece importarle otra cosa que el apoyo de Zapatero, que no creo que sea víctima del terrorismo, precisamente.

Además, supongo que siguiendo el ejemplo de su jefe, el señor nos ha salido un poco perezoso, así que si hay un congreso sobre terrorismo en Colombia al que es invitado declina amablemente como si fuesen muchas horas de vuelo para una cosa que al fin y al cabo sólo interesa a cuatro mataos la mayoría de los cuales son del PP.

Por si esto no fuera poco cada una de sus intervenciones públicas le sirve para matizar de una forma u otra lo dicho en la anterior, dicho en román paladí, el señorito miente y lo hace a sabiendas. Un ejemplo de esto fue el lamentable rosario de explicaciones sobre su no asistencia a la manifestación de la AVT en Madrid, que primero fue por esto, luego por aquello y finalmente por lo de más allá.

Ahora ha vuelto a las andadas, y resulta que sí que dijo algo parecido a lo que antes había asegurado que en ningún caso había dicho. Conociendo el historial del caballero (al menos en los últimos meses) probablemente acabará admitiendo la literalidad de lo que nos contaron los responsables de la AVT.

Yo me pregunto, si se supone que no cobra, con lo tranquilo que estaba él en su rectorado y al final para tampoco mandar en casi nada, ¿por qué no se va a su casa a cascarla? ¿Tanto vicia salir en los papeles?

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