14 abril, 2005

De la Pasionaria a la visionaria

La historia de España no ha dado gran cantidad de mujeres de fuste dedicadas a la política, la culpa por supuesto no es de ellas sino de una sociedad machista que hasta hace bien poco les ha negado el pan y la sal en éste y otros campos, pero ni en los últimos años de democracia hemos tenido demasiada suerte al respecto.

Es obvio que algún nombre hay, pero casi más en el terreno negativo que en el positivo, al menos para mi gusto. Recordemos por ejemplo las escalofriantes ruedas de prensa de Rosa Conde, la gracilidad del verbo de Ana Palacio o la profundidad de la obra política de Matilde Fernández, sin olvidar el paroxismo de la feminidad que fue el nuevo gobierno y, sobre todo, aquel hermoso y masivo posado y modelaje no recuerdo bien si en el Vogue o en Mundo Obrero, como dijo en su momento el genial Pablo.

Si rebuscamos en el baúl de los recuerdos históricos la cosa todavía tiene más aspecto de páramo y más allá de la democracia aparecen pocas figuras y que tampoco me parecen espejos de virtud en los que mirarse (aunque en cierto modo sí que hay admirar su coraje para entrar en la política, coto totalmente masculino por entonces): Federica Montseny, ministra en el gobierno de Largo Caballero (conocido benefactor de la humanidad); Pilar Primo de Rivera (sin comentarios); o la más famosa de todas: la Pasionaria, en cuya biografía de toda una vida defendiendo la tiranía comunista encontramos hitos como haber sido recibida por dos veces por Stalin y el Premio Lenin de la Paz.

Pues bien, de la Pasionaria hemos pasado a la visionaria, que no es otra que nuestra muy querida Ministra del Zulo habitacional, señá Trujillo. Y es que, oh campos de soledad mustios collados, la pobre mujer se ha dado cuenta de que “es posible que la cultura española no llegue todavía a entender este tipo de propuestas”. Tan terrible frase y tan desesperanzada actitud de genio incomprendido se referían a la brillante idea de un “grupo de arquitectos” (ojo a la sutilidad para echarle el muerto encima a otros) de hacer viviendas de protección oficial de 25 metros cuadrados que ayer comentábamos aquí.

¡Cuán zafio es este país! ¡Que pérfido y desagradecido el español medio! No nos hemos dado cuenta de que la Trujillo nos traía el futuro, el más allá, lo nunca visto, la idea del siglo, el descubrimiento de América, en nuestra supina ignorancia no hemos sabido entender los ricos matices de la propuesta ministril, las amplias (bueno, tanto como amplias…) posibilidades que abrían a una legión de jóvenes españoles que casi no tendrían que limpiar su casita de papel en la que vivirían felices y comerían pizzas y comida del telechino porque nos les cabe la nevera en el salóncocinadormitoriocuartodebañotodoenuno que papá estado y tita ministra les han dado por su cara socialista, digo bonita. Los demás estábamos equivocados y ella está en lo cierto, pero es una incomprendida.

¿Se puede tener la cara más dura? ¿Es tonta, se cree que los demás lo somos o se trata de una sorprendente combinación de ambos factores? ¿No es eso la arrogancia que tanto se criticaba en otros?

¡Ay la paridad que cosas tiene!

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