15 mayo, 2005

Sobre el diálogo

Se va a votar una moción en el Congreso de los Diputados que autoriza y anima al gobierno a dialogar con ETA “si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción” (nótese la ausencia de la palabra tregua).

Personalmente, pienso que lo peor que puede ocurrirle a una política antiterrorista es que sea del agrado de los terroristas, es como si los contrabandistas expresaran su satisfacción por el relajamiento de los controles en las aduanas o como los fichajes del Barça o el Madrid que alegran a sus rivales: muy mala señal. Así que si todo esto tuviese un propósito honrado tras de sí al señor ZP le debería preocupar y mucho lo que va diciendo por ahí Otegui, “frontman” de ETA y amigo epistolar de José Ternera.

Pero no creo que sea así, porque lo desea el gobierno es tener un final de ETA bajo el brazo para presentarse a las próximas elecciones, en las que no habrá ni Prestige ni Guerra de Irak ni, por supuesto, mejoras en la economía o viviendas más baratas. No importan ni como ni a cambio de qué, pues ya se encargarán Polanco y Caffarell de pintarlo color de rosa, lo fundamental es llegar a la cita con las urnas bajo el título de “ZP el pacificador”, aunque sea a costa de una derrota política precisamente cuando más cerca estaba la victoria militar (policial si ustedes quieren).

Yo siempre me he hecho la misma pregunta cuando se hablaba de diálogo o cuando se pedía a gritos patéticos sobre la sangre todavía caliente de Ernest Lluch: ¿sobre qué vamos a dialogar? Con una organización criminal como ETA sólo hay, como con cualquier otro criminal, un tema que negociar: el lugar, la fecha y la hora en la que abandonarán las armas. Todo lo demás es, rendirse y, efectivamente, traicionar a los muertos, como dijo Rajoy, pero también y sobre todo a los vivos.

ACTUALIZACIÓN: A través del siempre interesante blog de Montse Doval encuentro esta carta de una víctima de ETA a Patxi López que expresa con todas las de la ley lo que yo sólo he podido decir tórpemente. Imprescindible lectura.

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