22 junio, 2005

No a la palabra guerra

Supongamos que alguien, un ciudadano cualquiera, nos dice que la palabra guerra es “inapropiada” para aparecer en la Constitución de un país civilizado, como es lógico y normal nos parecería que el individuo en cuestión es un simpático utópico de lo más ignorante, amén de que probablemente nos llamaría la atención la cantidad de tiempo del que parecería disponer nuestro anónimo contertulio para pensar gilipolleces.

Pues bien, ahora quien sea capaz (que no es fácil) que imagine similar situación pero, en lugar de en la barra de un bar y bajo la influencia de bebidas espirituosas, en el Congreso de los Diputados y protagonizada no por un compatriota cualquiera sino por el Ministro de Defensa. Claro, que la cosa resulta un poco más creíble si recordamos que dicho minijtro no es otro que aquel que afirmaba, muy coherente con el cristianismo que se supone que profesa, que prefería dejarse asesinar a matar él a alguien. Lástima que esa coherencia no se la plantee a la hora de mentir.

El argumento de Bono es, a grandes rasgos, que como somos parte de la ONU no podemos declarar guerras, así que sobran las referencias a ello en la Constitución. Al Ministro de No-Defensa se le escapa la posibilidad, por ejemplo, de que nos la declaren o de que, sin llegar a declararla formalmente, una parte de nuestro territorio sea invadida o agredida.

En los mundos imaginarios que día a día se construyen Zetapé y Moratinos ese escenario es imposible, pero en el mundo real del Islote Perejil quizá no deberíamos despreciarla tanto. Por otra parte, si la guerra es un imposible metafísico… ¿para qué queremos un Ministro de Defensa? Sí, ya sé que el tema del Yak 42 sigue ahí, pero antes o después se acabará y mantener todo un ministerio para ello me parece un gasto excesivo.

Las personas inmaduras piensan que no hablar de algo lo borra de la realidad, es como los niños muy pequeños que cuando juegan al escondite cierran los ojos y ya creen que nadie les ve. Si es por eso que el señor minijtro no se pare en la constitución, todo es hablar con la RAE y que la palabra guerra desaparezca también del diccionario. De paso que quiten también terrorismo y que zetapé sea sinónimo de “magnánimo líder e inmenso pacificador”.

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