08 julio, 2005

Sobre la elección en Singapur

Mucho se ha hablado y se está hablando de la elección de Londres como sede de los Juegos Olímpicos del 2012 (y más se estaría hablando sino fuese por la tremenda y desgraciada noticia de ayer) y sobre el papel que han jugado en ella los políticos implicados, tanto los que trataban de apoyar las candidaturas de sus respectivos países (Blair, Chirac, Zapatero) como aquellos a los que la casualidad (llámenla desgracia si lo prefieren) puso en Singapur (Alberto de Mónaco).

De lo primero que podemos hablar si les place (y si no les place lo siento mucho pero ya que estamos en mi página se hace lo que yo digo) es de ese estadista contrastado que es Alberto de Mónaco. Vaya por delante que la monegasca es la más grotesca de una cosa de por sí ridícula como son las monarquías en pleno S XXI (y si alguien no está de acuerdo con esta afirmación que escuche atentamente a los defensores acérrimos del sistema como Jaime Peñafiel), pero la preguntita de marras además de un montón de mala leche tenía no poca razón: oiga que nos han puesto una bomba al lado del estadio olímpico hace cuatro días. Luego, como desgraciadamente se ha podido ver en Londres, vemos que ese no era un problema exclusivo de la candidatura española, pero en ese momento parecíamos los más afectados.

Luego están los responsables políticos de las candidaturas favoritas cuyo comportamiento ha sido muy distinto: mientras que Blair estuvo unos días antes en Singapur y mantuvo reuniones con un montón de miembros del COI, unos 25 creo que eran, los Presidentes de España y Francia llegaron el día antes y no se reunieron ni con el ama de llaves. Es probable que ni esto ni la política exterior que viene manteniendo nuestro gobierno desde que ha llegado al poder hayan influido en la decisión final del COI pero, ¿y si no ha sido así? Madrid se quedó fuera en la tercera votación estando sólo a dos votos de París, es un margen demasiado escaso como para no pensar que cualquier ayuda habría podido tener un efecto decisivo.

Tenemos la desgracia de que la política exterior española es la que es desde hace casi año y medio, ahora no es el momento de quejarnos por esto (por otra parte llevamos haciéndolo desde que se inició) ni se podía cambiar en la última semana. Por el contrario, sí que habría podido hacerse (o al menos intentarse) un programa diplomático como el del Primer Ministro británico. Blair lo hizo aun a pesar de que el día posterior a la elección tenía una cita tan importante como una reunión del G8 en su propio país. A Zapatero no se le conocen citas de similar importancia antes o después de la reunión de Singapur que le mantuviesen alejado de allí, pero sí se le conoce una notoria propensión a quedarse en casa más de lo debido, y si no que se lo pregunten a los polacos (por cierto, ¿qué habrán votado los representantes polacos del COI si los hay?).

Obviamente, no estoy queriendo decir que Madrid no haya ganado la posibilidad de organizar los Juegos por culpa de Zapatero, pero cuando nos digan cosas como que “todo el mundo ha hecho todo lo posible” yo no dejare pensar que más bien ha sido “casi todo el mundo”.

Por cierto, dicen en mi pueblo (y perdónenme la grosería) que “el dinero y los cojones son para las ocasiones”, sinceramente, no sé que mejor ocasión podía haber que ésta.

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