18 julio, 2005

¿Soluciones para África?

Con tanto concierto y tanta movida a veces se pierde la perspectiva, por ejemplo: si usted pregunta por la calle la mayor parte de la gente normal le dirá, con toda su buena intención, que la solución para el hambre en el mundo y, especialmente en África, es que los llamados países ricos nos aflojemos el bolsillo. Es una paradoja típica de la izquierda: soluciones sencillas para problemas complejos. La única pega (que a los ideólogos del izquierdismo la verdad es que les suele dar igual) es que no suelen funcionar.

A este respecto Juan Ramón Rallo nos tradujo hace unos cuantos días en su excelente bitácora Todo un hombre de estado una entrevista con un joven economista africano que suplicaba que se acabe de una maldita vez la ayuda que los países ricos prestan a África. Puede parecer contraproducente pero si leen ustedes las respuestas de James Shikwati, que así se llama el economista, verán lo extremadamente lógicos que son sus razonamientos. Los mandamases del G8, por cierto, se ve que no tuvieron unos minutos para leerla y meditar.

Siguiendo en este mismo tema hoy he encontrado en Diario Exterior un artículo de Moeletsi Mbeki, sub-director del Instituto Sudafricano para Asuntos Internacionales (un centro de investigaciones independiente de la Universidad de Witwatersrand) y hermano del presidente sudafricano, Thabo Mbeki.

Mbeki sólo trata el tema de las ayudas de forma tangencial, pero podemos ver que está de acuerdo con Shikwati: “El desarrollo exitoso en África no será obtenido echándole más combustible a las llamas. Entregarle más ayuda externa a los gobiernos africanos solo fortalece la tradición del abuso”.

Y justo en ese punto es cuando menciona a la bicha: “La clave para el desarrollo yace en el dinámico sector privado. Para que un país produzca más, los individuos privados deben generar ahorros y retornar esos ahorros al proceso productivo en la forma de nuevas y mejores técnicas, procesos y productos”.

Esta es una de las varias horrorosas herejías respecto del pensamiento progre habitual que incluye el artículo, que en general es un canto a las posibilidades del individuo y del sector privado y una abominación del poder del estado y de la corrupción que el estatalismo siempre trae consigo (y más si se da en países como los africanos sin democracia y sin instituciones estables). Aunque la traducción es bastante infame el artículo es altamente recomendable.

¿Soluciones para África? Las hay, pero no pasan por la limosna… ni por los conciertos.

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