24 agosto, 2005

¿En misión de paz y a combatir?

Creo que una de las principales características del socialismo de diseño que nos desgobierna es la capacidad para decir una cosa y la contraria en un lapso extraordinariamente breve de tiempo, incluso en algunas ocasiones en la misma frase. Otro rasgo destacado es su afición por hacernos comulgar con ruedas de molino. En ambos casos da gusto ver el arte que tienen para hacerlo y quedarse tan panchos, sin asomo de vergüenza o sonrojo.

De ambas técnicas nos ha dado hoy una lección magistral el Ministro de Defensa, José Bono, en su comparecencia parlamentaria para no explicar el accidente del helicóptero en Afganistán. Un paso por la sede de la soberanía popular del que, como nos temíamos, salimos tal y como entramos: sin saber nada y sin entender casi nada.

A lo que vamos, dice el señor Bono que los soldados españoles están en Afganistán “en misión de paz”, pero también apunta que han ido “para combatir al terrorismo”. Paz y combatir son palabras que resultan un tanto contradictorias, si recordamos que estamos hablando de militares el cacao mental ya es de primera. Y es que el gobierno utiliza las palabras “misión de paz” como un mantra que hay que repetir continuamente para alejarse de todos los males del militarismo, el belicismo y, sobre todo, el americanismo, que es lo peor. Se trata de una expresión confusa (según determinado punto de vista hasta las bombas de Hiroshima y Nagasaki eran “misiones de paz) pero cuando la recitan hasta la saciedad quieren que creamos que es algo así como un picnic dominguero al que van los soldados porque algo tienen que hacer pero en el que los fusiles, como en el poema de Whitman, descansan por los rincones.

Así que al final llega el ministro al parlamento y nos dice que no todo es paz, que también han ido a combatir al terrorismo. Por tanto hay combate y muertos (17 al menos) y viudas y huérfanos, hay dolor en suma, cosas todas que ya sabíamos pero que precisamente él se había empeñado en negar porque todo era una pulcra, higiénica y confortable “misión de paz”.

Luego están las ruedas de molino que fueron explicaciones sobre el propio accidente, cargadas de tecnicismos pero que, en la versión actual que eso sí se reservan modificar en un futuro, vienen a ser que un helicóptero en el que viajaban 17 soldados (es decir, que no es una mierdecilla como las que conducía Murdock en el Equipo A) es derribado por un viento de cola de 30 nudos, que son unos 55 Km/h. Si ese es todo el aguante que tienen nuestros helicópteros de guerra creo que ha llegado el momento de desempolvar los primeros autogiros de Juan de La Cierva o de pasarse al parapente.

Nos cuenta Bono que tras descrestar la contra de la antecresta (disculpen ustedes pero en esa parte marxista-grouchista de la explicación he de reconocer que me he perdido) y con ese vendaval de cola y volando a baja altura "un toque de tierra no es improbable". Si esto es así, supongo yo que el piloto lo sabría, que el viento de cola no le pillaría de improviso por muy racheado que fuera y que se podrían haber elevado para evitarlo. Parece ser que no.

Por otra parte, el segundo helicóptero hace una maniobra tan brusca que también lo lleva al suelo ya que el piloto percibe una situación de peligro, tanto peligro como para que su maniobra sea lo suficientemente radical como para provocar una caída, pero según Bono sólo habían visto el fuego y el humo del primer helicóptero, que debió entrar en barrena con una velocidad prodigiosa ya que el segundo venía a unos 200 Km. por hora unos 500 metros detrás y sólo vieron eso, humo y fuego, ni como la aeronave se desequilibraba, ni como caía ni nada. Nota para que se hagan ustedes una idea: según el taquímetro de mi reloj a 200 Km. por hora 500 metros tardan en recorrerse unos 9 segundos.

Señor Bono, yo no estoy en disposición de conocer lo que realmente ha podido ocurrir, pero su explicación resulta un tanto inverosímil y, cuanto más detalles conocemos por pocos que sean, más difícil se me hace creerle.

Queremos saber.

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