25 agosto, 2005

Narbona, de mal en peor

La Ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, lleva un verano de lo más lucido. De hecho, lleva una legislatura espectacular: desde que ha llegado al gobierno lo más destacado que ha hecho ha sido posar con unas pieles y suspender el Plan Hidrológico Nacional (por cierto, esperando estoy a las famosas desaladoras y tiene pinta que mejor me siento), un balance de gestión que ni Winston Churchill cuando fue Primer Lord del Almirantazgo, vamos.

A principios del verano alguien le debió decir al gobierno que la cosa de la ecología les estaba quedando un poco desvaída, así que se sacaron de la manga y del gabinete de marketing un lujosísimo plan contra incendios en el que tenía que colaborar hasta la hermandad de gigantes y cabezudos de Villar del Río, amén de una docena de ministerios (por cierto, que para mí fue una sorpresa que hubiese tantos con lo desapercibidos que pasan).

Pero resulta que el plan era tan magnífico, extenso e inmarcesible que media España ha ardido este verano. No digo yo que de ello tenga la culpa el gobierno, al fin y al cabo y aunque tal cosa no le quepa en la cabeza a mucha gente los desastres más o menos naturales existen y, además, en ocasiones no son “culpa” directamente de nadie (o lo son de un hideputa puto que va por ahí con la lata de keroseno y las cerillas), pero queda un poco ridículo, por no decir un mucho, presentar la madre de todos los planes contra incendios y que se te queme hasta la alfombra del salón que, vistos los antecedentes, supongo que será de piel.

Algo de ese ridículo debe sentir la señora Narbona porque ahora se está dedicando a uno de los pasatiempos favoritos de este gobierno socialista: echarle la culpa a los ciudadanos, primero a los de Galicia y, por si eso fuera poco, después a los de toda Españ… digo todo el estado español (uyyy lo que ha dichoooo). Y es que ahora resulta que tenemos nosotros la culpa de que se queme el bosque porque “hay una enorme complicidad social con los incendios”. Como me imagino que ustedes yo también me he quedado pasmado por el tamaño de la bola: la verdad (y no hay que ser un gran sociólogo para saber esto) es que creo que hay muy pocos delitos que despierten en la población un odio similar al que despiertan los incendios provocados.

Pero no hay que dejarse engañar por el sentido común, ya que Narbona tiene esclarecedoras cifras al respecto: en los más de 18.000 incendios que llevamos este año sólo se ha detectado a 277 pirómanos. ¿No será señora ministra que el rollo de los pirómanos y la especulación inmobiliaria que nos sueltan cada año no es otra cosa que una monserga que les viene de perlas para tapar que el monte arde porque usted y sus similares en las comunidades autónomas no saben hacer su trabajo?

Sinceramente y sin acritud, como decía aquel, si no da usted la talla para ser ministra más le valdría irse a su casa en lugar de insultar a los ciudadanos que le pagamos el sueldo.

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