05 septiembre, 2005

El probe viceministro y el maleducado ministro

Me gusta Bono porque es un tío campechano y del pueblo, que dice lo que piensa cuando lo piensa y, las más de las veces, sin pensarlo más. Como ministro puede ser una calamidad porque la verdad es que en las relaciones internacionales, como en las personales (luego no digan que no les aviso) la sinceridad es cualquier cosa menos una virtud.

Así las cosas y tras llamar no hace tanto gilipollas, con perdón, al Primer Ministro Británico, esta mañana se me aparece en televisión cual Virgen de Afganistán y nos dice que no tenemos que hacerle caso al “pobre viceministro de Sanidad que dice una cosa y luego la rectifica”.
La agradable y simpática frase viene al caso de las amargas palabras del político iraquí, que protestaba porque la operación para rescatar a unos cuantos niños iraquíes heridos en la terrible estampida de hace unos días. Ha habido bastantes problemas (se han quedado allí más de la mitad de los niños que estaba previsto que viajasen) y al buen señor se le ha ocurrido decir que era todo una operación de propaganda para vender por aquí la moto vieja de que el gobierno sí se preocupa de los ciudadanos de Irak.

Lo más interesante de la frase, amén de mostrarnos lo poco cristiana que puede ser la compasión de un cristiano confeso como Bono, es el curioso hallazgo que para la ciencia de la politología supone calificar despectivamente de “pobre” a todo aquel político que hoy diga que algo es blanco y mañana defienda que es negro, que por poner un ejemplo defienda que va a haber restricciones de agua un día después de haber dicho que no.

Que se ande con cuidado Bono que sus compañeros de Consejo de Ministros le pueden afear la conducta, cambiar de opinión es lo que está de moda, eso sí, sin rectificar que eso es de tontos iraquíes.

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