20 septiembre, 2005

La fina epidermis de la vicepresi

María Teresa Fernández de la Vogue, Vicepresidenta por la gracia de la cuota, tiene un cutis bastante estropeadito, lo cual es comprensible dada su notable delgadez y que ya no es una adolescente (porque arrugas de expresión por exceso de sonrisas no van a ser), pero curiosamente tiene la epidermis política llamativamente fina.

En un gesto que hay que reconocer que en aquel momento la honraba pero ahora la coloca en su letrinero lugar, mientras Zapatero disfrutaba de la ópera durante el terrible incendio de Guadalajara ella fue a la zona y aguantó, parecía que con gallardía, que la gente del pueblo le cantase las cuarenta de forma más o menos destemplada.

Eran personas que acababan de ver como su pueblo ardía por los cuatro costados en una comarca cuya única riqueza era un entorno natural privilegiado, personas que sabían que once de sus familiares o amigos se habían achicharrado miserablemente en una ladera porque les habían mandado allí casi en pelotas en medio de un desastre y de la más absoluta descoordinación.

Esa gente, que estaba viviendo uno de los momentos más amargos de su vida, se desahogó responsabilizando a la vicepresi de la cuota del desastre y llamándola de todo menos bonita. No sabían lo que hacían: ahora les van a caer 300 Euros de multa porque no se puede faltar a la dignidad de un político… del PSOE.

En el país de la quema de sedes populares; el país en el que se acusaba de asesinos a los políticos de determinado partido el día de reflexión (estando entre los acusadores políticos de otros partidos); el país en el que al grito de fascista se arremete sistemáticamente a todo lo que huela a popular; el país en el que se facilita a algunos entrar en el Congreso para agredir verbalmente a un ex ministro; el país en el a las puertas de ese mismo congreso se reúnen supuestos asociados a llamar asesino a un ex presidente… En ese mismo país la primera multa por insultar a un político se la van a llevar unos pobres desesperados que estaban viendo como se quemaban vivos sus familiares y amigos y como se tiraba a las brasas sus posibilidades de futuro.

Esos son los amigos del pueblo, los que venían a acabar con la arrogancia, los del talante.

Que risa, que ganas de llorar.

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