19 septiembre, 2005

Lo mucho que se aprende en las fiestas del PC

Si el Partido Nazi de España (que afortunadamente no existe, al menos que yo sepa) reuniese a sus afiliados, simpatizantes y votantes en una fiestecilla en Madrid con música, chiringuitos, cantantes afines y casetas de aquellos países en los que su tiranía esclavizase a la gente se montaría un escándalo de proporciones bíblicas, se recurriría al delegado del gobierno y a diferentes tribunales para prohibirla y se estigmatizaría (con algo de razón, todo hay que decirlo) a aquel que pasase por allí, aunque fuese por error.

Nada de esto ocurre si el que celebra la fiesta es el Partido Comunista, de “irreprochable tradición democrática” como lo prueban los líderes internacionales que históricamente han sido referente de esta formación, la han surtido de fondos y han sacado a sus jerarcas de paseo por esos mundos: Stalin, Mao, Ceaucescu, Castro… todos demócratas de toda la vida, extremadamente respetuosos con los derechos humanos y amigos de los pobres (tan amigos que se empeñaban en multiplicar su número).

Pero más allá de lo reprobable que nos parezca que se pueda festejar algo tan abyecto y responsable de decenas de millones de asesinatos como el comunismo sin que se te caiga la cara al suelo de vergüenza, la fiesta del pecé es un entrañable y nostálgico acto que una vez al año nos recuerda la verdadera catadura moral de los líderes y muchos de los simpatizantes de este partido, ya que siempre hay alguna enternecedora anécdota que nos reabre los ojos si nos habíamos despistado un poco.

Así encuentro a través de Freelance Corner el hecho que ilustra el estrado de postración ética de los amigos del Partido Comunista, que se reclaman luchadores de la democracia pero se han pasado toda la vida luchando por algo muy distinto: resulta que estaba dando un mitin, digo una conferencia, el embajador del muy democrático régimen cubano, Alberto Velazco San José. Tras la charla le hace una pregunta una señorita, de nombre Luz Madroño y militante del PSOE y miembro de Amnistía Internacional, que como es lógico le pregunta por esas minucias llamadas derechos humanos que están tan de moda en la isla caribeña.

La reacción del pelele castrista fue la esperada: acusar a la preguntadora de ser “un agente del imperialismo” (ojo, eso significa el imperialismo se ha infiltrado ya hasta en el PSOE y AI, pásmense); la reacción del público también bastante esperable aunque no por ello menos triste: zarandearon a la inocente preguntadora e incluso llegaron a golpearla.

Ahí tenemos al comunismo patrio en todo su esplendor: siempre al lado de las dictaduras y a palos con el que se atreve a discrepar. Luchadores por la democracia, sí, y yo que me lo creo…

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