07 septiembre, 2005

No era por eso

Aprovechando que el Pisuerga de los matrimonios gays pasa hoy por California me parece oportuno comentar la noticia que el pasado sábado nos ofrecía La Razón: después de dos meses con la normativa en vigor sólo una veintena de parejas de homosexuales han refrendado su amor con el vínculo del matrimonio. Además de ellos hay unas 300 parejas más que han iniciado los trámites para hacerlo.

Las cifras sin más pueden darnos una idea aproximada, pero son aún más reveladoras si las comparamos con las 35.000 parejas heterosexuales que han pasado por el registro (antes habríamos dicho “pasar por la vicaría” pero hoy esa expresión ya no es lo que era) en el mismo periodo de tiempo.

Obviamente, la población “gay” es menor que la “hetero”, pero la cifra de casamientos llevados a efecto o en trámite está muy lejos de la que se correspondería al porcentaje del 10 % de personas homosexuales que según las coordinadoras gays y lesbianas viven en España. Podríamos hacer cálculos más conservadores respecto a la cantidad total de compatriotas que se sienten atraídos por personas de su mismo sexo, pero la cifra de marras resulta incluso inferior al 1% del total de matrimonios "heteros" y es obvio, o al menos a mí me lo parece, que hay bastante más de un 1% de gays y lesbianas en nuestro país.

Traigo todo esto a colación de porque, según mi modesta opinión, al final estas cifras nos demuestran como el gobierno de Zapatero nos ha mentido miserablemente una vez más. No voy a entrar a valorar el tema de matrimonio gay sí o matrimonio gay no, no es de eso de lo que quiero hablar sino de qué podría justificar una medida legislativa, tomada en un campo especialmente sensible para muchísimos ciudadanos y con la oposición de buena parte de la sociedad, quizá un 50 %.

Encuentro dos posibles razones: una invocación a igualar derechos sociales y que se tratase de una modificación legal para la que hubiese una feroz demanda social por una parte importante de la sociedad, es decir, algo absolutamente imprescindible y que una vez aprobado todo el mundo (todos los afectados, se entiende) corriesen a hacer sin perder un segundo. Lo primero es bastante falso pues una ley de parejas de hecho que igualase sus derechos a los de un matrimonio habría servido para lo mismo levantando un grado de rechazo incomparablemente menor. En cuanto a lo segundo ahora vemos que en realidad no había tal necesidad o, al menos, no la sentían tantos gays y lesbianas como para justificar enconar así a la opinión pública y dividir en dos al país.

Así que, puesto que no era por todo eso, llegamos a las verdaderas razones por las que el gobierno de Zapatero ha puesto en marcha este tinglado: dividir al país, encabronar a la derecha, poder llamar “fatxa” al PP y a la Iglesia, darse un baño de progresismo versión chueca… Como vemos todo de una altura moral y política inconmensurable.

Con el estilo cursi y falso oro que lo caracteriza Zapatero interpeló en su día a Rajoy: “¿Va usted a negar la felicidad a miles de personas?”. A la vista de las cifras supongo que se refería a los invitados…

¿Les suena la frase “España merece un gobierno que no mienta”? Pues eso.

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