Comento un poco tarde los sucesos de Jun, de los que algunos compañeros de Red Liberal ya han hablado, pero es que me parecen llamativos, importantes y significativos, y creo que, aun cuando sea tarde y parezca que el tema empiece a estar en vía de solucionarse, se pueden extraer de ellos algunas preocupantes conclusiones.
La primera de ellas es, por supuesto, el descrédito en el que ha caído un derecho de extraordinaria importancia como el de la propiedad, en una sociedad en la que se tiende a sobreproteger los llamados “derechos sociales” (una entelequia de difícil definición y más difícil aplicación) se está empezando a olvidar el más social de los derechos humanos: el que tenemos a poseer aquello que hayamos ganado, adquirido o recibido de forma legal y a disponer de ello como mejor nos plazca.
Siendo como es el derecho a la propiedad esencial tanto para la libertad individual como para que se alcancen unos grados mínimos de prosperidad económica creo que esto debería hacernos reflexionar; si bien es cierto que será difícil que se aliente este debate por unos poderes públicos ávidos de rapiñar todo posible y lo imposible para alimentar la gigantesca maquinaria estatal, unos medios de comunicación que en su inmensa mayoría crecen a la sombra de papá estado o una clase intelectual/cultural que todavía no se ha enterado de la caída del Muro de Berlín y de la basura que éste escondía.
La segunda idea que me surge cuando leo artículos y noticias sobre lo ocurrido en Jun es todavía más preocupante: nuestra sociedad está abdicando por completo del sentido común, incluso a la hora de algo tan extremadamente básico como la necesidad de defenderse de una agresión. Durante once días se han estado cometiendo en Jun varios delitos, de forma flagrante, a la vista de todos y con conocimiento de las autoridades (seguro que la lista es más larga, pero a bote pronto se me ocurren varios: allanamiento de morada, agresiones o amenazas) y durante todos esos días el estado y la sociedad entera hemos sido incapaces de hacer que prevalezca el imperio de la ley. ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo se puede tolerar?
No creo que pueda haber nada más de sentido común que, cuando sabemos que se está cometiendo un delito, mandar a las fuerzas del orden a impedir que la legalidad y los ciudadanos sigan siendo atropellados, pero en España son necesarios once largos días y un juez para que el sentido común se imponga. ¿Estamos locos?
Por último, un tercer aspecto de la noticia que pienso que merece que le dediquemos una pequeña reflexión es por qué la noticia, que creo que es sumamente interesante, ha tardado casi diez días en salir a la luz. ¿Es que sus principales protagonistas pertenecen a una etnia cuyos delitos no es políticamente correcto denunciar? ¿Es que la okupación es una sana costumbre que no debe criticarse desde los mass media?
¿Es una sociedad en la que no puedas sentirte tranquilo y a salvo ni en tu propia casa lo que queremos? Si es así, vamos por buen camino.
31 octubre, 2005
Jun o la abdicación del sentido común
Posted by Unknown at 7:50 p. m. Menéame
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