02 noviembre, 2005

Leonor y los papanatas

Con la llegada de la heredera del heredero estamos asistiendo al típico espectáculo de papanatismo monárquico con el que nos obsequia este nuestro país cada vez que alguien de la real familia hace lo que sea y, muy especialmente, en bodas y acontecimientos reproductivos varios.

La relación de este país con la monarquía es extraña y creo que insana, como supongo que no puede ser de otro modo con un sistema político alejado de toda lógica e impropio del S XXI. Ahora, con el alumbramiento, vemos muestras de lo estrambótico de esa relación entre monarcas y ciudadanos, que es básicamente lo que yo denominaría un papanatismo indiferente: monárquicos de verdad sólo son Anson y Jaime Peñafiel (y si alguien no está de acuerdo con esto que pregunte quien quiere “morir por su Rey” como hacían los antiguos), pero a todo el mundo se le hace el culo pepsicola, con perdón cuando pasa por la acera algo similar a una cabeza coronada.

Así que con cada “feliz acontecimiento” vemos carreras entre las empresas que se lanzan a hacer regalos en un peloteo tan incomprensible como impresentable; vemos también a los particulares pasando horas a la puerta de la clínica para ver a cualquiera de la Familia Real y, en los peores casos, haciendo canciones ridículas como si llegase el Papa o incluso el León de Judá de los rastafaris; vemos y oímos a los periodistas de todo signo y género extasiados con el retoño; y, pocos días después, vamos junto al común de los ciudadanos corriendo a los quioscos a comprar el Hola con las primeras fotos de Leonor en el feliz regazo de su madre.

Y es que el Hola es el órgano periodístico rector en estas situaciones, todos los medios, de uno u otro signo escriben, hablan y emiten como si fuesen esa respetable y respetuosa revista: no hay crítica alguna, no hay dudas, Leonor será reina, no sabemos cuando, por supuesto, pero tampoco de qué y no parece políticamente correcto pararse a pensarlo (personalmente creo que la retoña tiene más bien pocas posibilidades de reinar, cosa de la que ni me alegro ni me entristezco y que no es el tema de este artículo).

Para mi gusto, que exista una revista como el Hola está bien, que todo un país se comporte como su redacción ya es más discutible, eso es ser una pandilla de papanatas.

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