En los últimos días hemos asistido al despliegue de la política audiovisual del gobierno en toda su esplendorosa sinceridad y, por tanto, en lo que podríamos denominar una apoteósica exhibición de la miseria antidemocrática que le salta a los Zapatero Boys (& Girls, cabría decir) en cuanto rascas un poco su talantuosa y presuntamente dialogante superficie.
En primer lugar fue el Ministro de Industria, regulador del ramo, el que se complació en atacar a una emisora de radio privada simplemente porque no le gusta su línea editorial o, mejor dicho, la línea editorial de la mayoría de sus programas. Creo que algo así, con ese toque de amenaza y de llamada de atención a los propietarios de la empresa, resulta impensable en cualquier otro país europeo, pero aquí los límites del poder del gobierno y de su atrevimiento son inversamente proporcionales a la delgadez de su epidermis a la hora de soportar la crítica o la opinión disidente.
En cualquier caso, creo que las opiniones de Montilla o las declaraciones de Carod ayer en el Parlamento catalán (por cierto, habla el gachó de “odio étnico”, nos vamos acercando a ese concepto tan moderno y tan estupendo de la “nación étnica”) nos dan una idea de por donde podría ir la aplicación del “Estatuto del Periodista”: vayan ustedes corriendo.
El segundo ejemplo de lo que este gobierno entiende por política audiovisual es el pacto al que ha llegado, al parecer con la intervención personal del Presidente Zapatero, con las cadenas de televisión privadas de ámbito estatal (Antena3 y Tele5). La cosa consiste, básicamente, en quitarle publicidad a Televisión Española para dársela a estas cadenas a cambio de la que perderán por la irrupción en el mercado de la Cuatro polanquil. A cambio de esto las citadas cadenas privadas no recurrirán el cambio de la concesión a Polanco TV, cuya legalidad es muy dudosa, por decirlo de una forma suave.
Dicho en otras palabras: para no tener problemas legales ni que se le encabriten las televisiones y le hagan telediarios desde el centro del chapapote como le hacía Tele5 a Aznar arruinarán todavía más a Televisión Española, un ruina que, por supuesto, acabaremos pagando entre todos los españoles antes o después. Así es la buena política socialista: los recursos del estado acudiendo al rescate de los menesterosos y ¿quién más necesitado que Polanco?
Durante la campaña e incluso algo después Zapatero hablaba mucho de que se acabarían los amiguismos, ya entonces a unos cuantos nos resultaba poco creíble, ahora si lo volviese a decir es que ya me daba la risa.
Ah por cierto, y el papel de las televisiones glorioso, ustedes defiendan los pactos bajo cuerda en lugar de la libertad y la legalidad y ya verán algún día que sorpresa se llevan, entonces todo será llanto y crujir de dientes, pero habrá llegado demasiado tarde, es lo que tiene pactar con el diablo.
28 octubre, 2005
La política audiovisual del gobierno
Posted by Unknown at 12:30 p. m. Menéame
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