Está cayendo chuzos de punta en el patio gubernamental y, en lugar de defenderse con un paraguas que parecería más lógico, han sacado a pasear el ventilador, presunto ventilador cabría decir, de la más “rabiosa” “actualidad” (con mucho de lo primero y poco de lo segundo): el Prestige y la guerra de Irak.
Lo mejor de todo no es que sean temas de “última hora”, sino que los medios afectos capitaneados por el órgano oficial del régimen ni tan siquiera se molesten en rebuscar en las basuras de los hechos viejos cosas nuevas, se limitan a contarnos lo que es obvio: que los soldados van a un territorio en conflicto y si les atacan se defienden; o lo que ya sabíamos: que puede que se equivocasen o no, pero el gobierno de España presidido por José María Aznar ordenó que se llevara al Prestige mar adentro, como Amenábar se lo mandó a Bardem.
El apoyo político de Aznar a Bush y el posterior envío de tropas pueden ser decisiones discutibles (desde mi punto de vista muy acertadas), lo que no es posible debatir, por su misma falsedad, es que el Prestige fuese “una catástrofe ecológica sin precedentes” como afirmaba ayer Llamazares, ese gran político, pues no sólo tenía precedentes como el desastre del Mar Egeo, sino que posteriormente ha sido más que superada por otras calamidades que me atrevo a calificar de muchísimo más graves: el incendio en Andalucía hace dos veranos o el de Guadalajara este verano pasado, que no sólo tendrán un efecto sobre la naturaleza mucho más duradero que el del chapapote sino que además costaron muchas vidas humanas.
Pero lo sustancial ahora no es discutir sobre el Prestige o Irak, acontecimientos ambos que ya han pasado y que a estas alturas tienen muy poca influencia sobre la vida de los españoles, lo que de verdad me parece significativo es ver como para desgastar a sus rivales el PRISOE tiene que recurrir, una vez más, a los dos únicos argumentos que ha sido capaz de encontrar tras ocho años de gobierno del Partido Popular.
Tenía cierta lógica que cuando estaba en la oposición el PSOE utilizara estos asuntos como los utilizó para desgastar al gobierno, otra cosa es que la forma de hacerlo tuviese un gramo de ética; sin embargo, resulta lamentable que el gobierno, tras 20 meses de estar en el poder y ante el desplome de las encuestas, se empeñe en hacer oposición a la oposición.
Cuando Aznar llegó al poder en el 96 tenía verdaderos argumentos y auténticas posibilidades de hacer algo parecido y, además, con temas mucho más indiscutibles que decisiones más o menos equivocadas pero perfectamente legítimas: podría haber hablado día sí y día también de la corrupción (me evito una archiconocida enumeración de casos), o podría haber tirado de la manta de los GAL y quizá algo más que un ministro y un secretario de estado habrían entrado en la cárcel de Guadalajara… sin embargo se dedicó a lo que tiene que hacer un gobierno: gobernar (aunque personalmente sigo pensando que un par de tirones a esa manta no habrían estado tan mal).
Ahora, como Zapatero y ese equipo de estrellas de la política que ha logrado reunir no son capaces de gobernar se limitan a enfrentarse a la oposición. Es patético, sí, pero es lo único que son capaces de hacer.
Eso sí, lo hacen bastante bien y con la rabia de un dóberman demenciado, así que ojito Sr. Rajoy.
13 diciembre, 2005
Actualidad no, rabiosa bastante
Posted by Unknown at 10:54 a. m. Menéame
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