Leo en uno de los blogs de Periodista Digital un interesante artículo sobre los cuatro occidentales que en estos momentos están secuestrados en Irak y a los que, si los terroristas cumplen sus amenazas, les quedan unas horas de vida. Por desgracia no es la primera vez que ocurre algo similar allí y probablemente tampoco será la última, no obstante en esta ocasión nos encontramos con una particularidad bastante menos habitual: los cuatro secuestrados trabajan en una organización que está en Irak para tratar de descubrir pruebas con las que denunciar los abusos que, según ellos, perpetran las fuerzas de ocupación.
Efectivamente, eso significa que los terroristas han secuestrado a sus aliados, personas que, quiero suponer con la mejor de la voluntades, en realidad están luchando en el mismo bando que ellos, aunque obviamente en otro frente muy distinto y con métodos infinitamente menos cuestionables.
¿Por qué les secuestran entonces? ¿Tan tontos son? Bueno, en mi modesta opinión más que tontos son ciegos o, mejor dicho, están cegados por el fanatismo de una forma que les impide ver un metro más allá de su alfanje islámica.
Además, aunque los pobres secuestrados no fuesen consciente de ellos (como tampoco era consciente de la realidad que la rodeaba Giuliana Sgrena y eso a punto estuvo de costarle la vida) habían cometido un error de bulto y lo habían hecho incluso antes de salir de sus casas: su organización se llama algo así como Equipos Cristianos por la Paz (Christian Peacemakers Teams).
Quizá ahora sean conscientes de que las fieras corrupias a las que sus compatriotas militares se están enfrentando no son los indefensos y pacíficos pastores de belén que ellos debían creer, sino asesinos sin escrúpulos dispuestos a degollarte por ser canadiense, americano, británico o italiano como Giuliana; asesinos cuyo celo criminal se excita todavía más si afirmas que eres cristiano o si eres mujer y no te tapas hasta los pies e intentas veleidades como ir a trabajar o querer que te vea un médico.
Sólo espero y deseo que no paguen con la vida sus errores y que, si logran salir de esta, dediquen su caridad cristiana a alguien que de verdad la merezca.
11 diciembre, 2005
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Posted by Unknown at 9:37 p. m. Menéame
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