14 diciembre, 2005

Botiflers

Ayer volvimos a ver lo difícil que resulta expresarse en libertad en determinadas partes de España. Dos destacados miembros de la plataforma “Ciutadans de Catalunya”, Albert Boadella y Francesc de Carreras, se disponían a leer un manifiesto y a celebrar un acto público en un hotel de Gerona.

Poco antes de empezar una caterva de descerebrados de cierto grupo radical independentista entran al salón, empiezan a proferir insultos – entre ellos “botiflers”, palabra catalana para traidores – y a rociar a los presentes con sprays malolientes (no se ha aclarado si destilados a partir de su masa encefálica).

Los Mossos d’Esquadra, que se habían comprometido con los organizadores a estar presentes “de paisano” en el acto, no dan señales de vida (a pesar que desde el hotel se les llama de forma insistente) hasta que un hombre de mediana edad harto de ser insultado y vejado (y ante la aparente amenaza de que se iba a pasar a la agresión física) levanta una silla con la aparente intención de responder a sus agresores, es ese el momento en el que como por ensalmo se hacen visibles e impiden que la ciudadana plante cara a quien lleva un buen rato insultándola y amedrentándola.

Pero los agentes de la policía autonómica catalana no parecen dispuestos a un esfuerzo extra, según afirma Carreras esta mañana en la radio se comprometen a “salvaguardar nuestra integridad física”, curiosa promesa cuando los agredidos son tres veces más que los agresores; sin embargo, no parecen dispuestos a salvaguardar otras cosas tan o más importantes que están en juego: la libertad de expresión, la democracia…

Finalmente y en una lección del talante tan de moda, la policía llega a un acuerdo con los delincuentes para que finalicen su agresión con los sones de “Els segadors”, momento que se puede registrar como uno de los puntos históricos en la vida del himno de catalán: difícil será, aunque quizá no tanto, que vuelva a caer tan bajo.

Como podemos ver es un ejemplo perfecto de cómo en determinadas zonas de nuestro país los poderes públicos hacen dejación de la más importante de sus funciones: defender las libertades de sus ciudadanos; de cómo se permite que determinados grupos radicales presionen a la sociedad hasta crear un estado de opinión favorable a los intereses de ciertos partidos políticos, habitualmente instalados en el poder autonómico.

Van de demócratas por la vida y de “detecta-fascistas”, se permiten insultar a todo aquel que no piensa como ellos y acusan al discrepante de traicionar a un ente más o menos metafísico como la presunta nación catalana; pero los verdaderos botiflers no son ni los cuatro descerebrados que gritan y acosan ni, por supuesto, los que ciudadanos que tratan de expresar su opinión y defender las libertades; botiflers son los que, desde el poder, permiten que se traicione y se malbarate una democracia en la que es evidente que no creen.

PD: Interesante el “live bloggin” al respecto en Criterio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La violencia nunca está justificada, pero la indignación del pueblo de Catalunya es comprensible ante las agresiones constantes contra su identidad y su lengua (que vienen a ser lo mismo).