20 diciembre, 2007

¿Se está muriendo la música?

Todo el follón que de un tiempo a esta parte se ha despertado con el tema del robo digital, perdón, quise decir canon digital (hoy mismo se ha aprobado, por cierto), me ha recordado la infame campaña aquella de "la música se muere" en la que una pandilla de desharrapados artísticos como Bisbal o Alejandro Sanz nos alertaban de lo preocupados que deberíamos estar porque a ellos se les acabe el chollo.

Alrededor de todo esto (y en definitiva de las bolas que nos cuentan) me ha parecido sumamente interesante el artículo que David Byrne (cantante y compositor de Talking Heads y uno de los personajes más influyentes e interesantes del mundo del pop y el rock en los 80) ha publicado en Wired (y que me ha mandado mi colega Raul).

El título ya adelanta algo del tema: David Byrne's Survival Strategies for Emerging Artistsand Megastars (Las estrategias de supervivencia para nuevos artistas y megaestrellas de David Byrne) y el larguísimo escrito (algo difícil de leer en pantalla pero les aseguro que vale la pena) es un repaso a la completamente nueva situación en la que la tecnología ha puesto a la industria musical. Y en uno de los primeros párrafos da respuesta a la pregunta que me hago en el título y a la afirmación que hacían Bisbal, Teddy y demás: la música no se muere, lo que sí palma es la industria de vender CDs:

What is called the music business today, however, is not the business of producing music. At some point it became the business of selling CDs in plastic cases, and that business will soon be over.

Lo que llamamos el negocio de la música hoy en día no es el negocio de producir músico. En algún momento se convirtió en el negocio de vender CDs en cajas de plástico, y ese negocio se acabará pronto.

Pero no la música, de hecho el propio Byrne nos cuenta en su artículo hasta seis modos diferentes de que los artistas establezcan su relación con el negocio, con la industria e incluso con los consumidores, media docena de formas de sobrevivir en el mundo de la música (y de vivir de ella) a las que puede acogerse un artista según sus necesidades, el momento por el que atraviese su carrera, su peculiaridad...

En definitiva, no sólo no se muere la música y los artistas se van a paro, más bien lo contrario:
For existing and emerging artistswho read about the music business going down the drainthis is actually a great time, full of options and possibilities. The future of music as a career is wide open.

Para artistas y establecidos y también para los nuevos -que leen que el negocio de la música se está yendo por el desagüe- este es en realidad un momento estupendo, lleno de opciones y posibilidades. El futuro de la música como trabajo está abierto de par en par.

¡¡Y todo esto sin mentar al canon!!

PD.: Llevo unos días enfermo con una puñeta no muy grave pero sí bastante molesta, tras casi una semana jodido empiezo a sentirme mejor y espero volver a un ritmo algo más constante de blogueo.

4 comentarios:

Luis I. Gómez dijo...

Pues lo más importante, sin duda, es que termines de mejorar tu estado de salud cuanto antes.

Para llamar ladrones a los de SGAE y sus cómplices parlamentarios ya tendremos tiempo más que de sobra. Por cierto, me están llegando voces que claman por un boicot.

Anónimo dijo...

Las discográficas tienen que explicarnos por qué es perjudicial que oigamos en nuestro aparato mp3 una canción que hemos conseguido 'por la cara', mientras que ellos pagan una pasta a las radios para que nos pongan determinadas canciones para que podamos oirlas 'por la cara'

Oir canciones sin haberlas pagado previamente ¿Perjudica o favorece su negocio?

Anónimo dijo...

No entiendes nada. La música ha existido siempre, desde que bajamos del árbol, y los negocios también. Aquí lo que peligra no es ni el dorremi ni la empresa de grabar discos (que ya sabrá aprovecharse de las nuevas tecnologías).

No. Aquí lo que nos estamos jugando es la vertebración de la sociedad democrática en sí misma, la cual depende fundamentalmente de que la creación de obras culturales esté convenientemente protegida mediante el derecho. Esa protección legal lo que trata es de dar la máxima libertad posible a los autores, porque en una sociedad moderna la creación y difusión de la cultura se considera un bien importantísimo, y que como tal debe de estar regulada.

Lo que está pasando es que la aparición de tecnologías que permiten copiar y difundir las obras a un ritmo estratosférico ha introducido un elemento desestabilizador que ha arcaizado la regulación precedente, desprotegiendo con ello a los autores, y por eso está siendo necesario reformarla.

bastiat dijo...

pues aprovechando que pasaba por aquí gracias a la indicación de Luis, me topo con este comentario, lo dicho por David Byrne, el comentario de Mikimoss... Y algo que ya dije hace unos cuantos años, permítaseme la inmodestia de autocitarme.

Verán, la música es la creación de, por así decirlo. El CD es una forma de empaquetarlo para obtener ingresos por esos contenidos creados. Defender la música no es defender el CD sino establecer leyes que permitan a los creadores recibir parte de los ingresos que generan esas creaciones.

Pero no se puede cobrar por algo que no se vende. Una canción cantada en un bar por un grupo de colegas no puede grabarse con ningún canon. Pero sí puede cobrarse unos royalties por una actuación en vivo a quien interpreta, usa esas canciones. Pues bien, eso es sobre lo que se puede y debe actuar, el que unos cobren por usar las creaciones de otros.

Es decir, si hay algo verdaderamente perseguible es el Top Manta o a los cientos de personas que se dedican a bajar música, empaquetarla y venderla, usando para ello incluso las redes de las distintas administraciones públicas. Pero claro, es muy poco recomendable para la industria de la música y para los alcaldes el andar persiguiendo a quienes venden en la calle, que normalmente son personas de pocos recursos y se dedica a ello porque no tienen otra ocupación.

Por tanto, la justificación del canon como protección de la creación es una justificación falaz, Mikimoss, falaz. Lo que hay que evitar es que la gente se beneficie económicamente, es decir, que negocie con las creaciones de otros. La copia privada, el que yo le dé a mi novia una copia del disco que he ha dado copiado un amigo mío, que se lo dio su cuñado.... no implica que haya negocio. Simplemente hay... cortesía y regalo. Yo no me beneficio económicamente de ello. Oigo la música, si, no la pago, si, pero nadie ha intercambiado esa música a cambio de dinero. Por tanto nadie puede cobrar ningún impuesto y ningún royalty por ello.

Pero además el ejemplo anterior nos indica el cómo ha sido el negocio de la música a lo largo de los siglos hasta la aparición de una industria del enlatado de música. El reconocimiento público de la interpretación pública y privada de canciones de éxito por parte del público, del ciudadano surgido del éxito de las mismas en los medios de difusión existentes. Me gusta recordar en este momento unas escenas de una serie de televisión dedicada a Verdi. En ellas las gentes, cuando tenían un rato de disfrute entonaban, con mas o menos aplicación, el Nabuco. Los teatros y óperas en los que se representaba estaban llenos, Verdi cobraba por ello. Y la música vivía y estaba tremendamente viva.

Además, a día de hoy cada vez más, se producen y se dan conciertos en directo, conciertos en los que se venden entradas y, aunque no tengo prueba que llevar a un juzgado, se revenden entradas por parte de los productores para incrementar la recaudación evitando además así pagar más impuestos. Es decir, la música siempre ha vivido y vivirá del directo, de la interpretación ante el público, y, además hoy puede vivir aún mejor puesto que los medios de comunicación son muchos más ,mas ubicuos, y la demanda de buena música no decaerá nunca. Se cobra y se cobrará por poner las creaciones en películas, series y anuncios. Por aparecer en pantalla o por que suene la música en las radios.... El argumento de la defensa de los creadores para justificar el Canon es, simplemente, falaz.

Pero, además, poner un impuesto que vaya a parar a una organización privada... debería ser delito.