06 febrero, 2008

¿En qué mundo vivimos?

En El año del gallo, libro del que ya les he hablado en otras ocasiones y que vuelvo a recomendarles, Guy Sorman nos cuenta algunas historias especialmente sórdidas de la realidad actual de China.

Una de ellas, probablemente la más terrible, era la relativa a los abortos: según Sorman se hacen sin ningún plazo legal (con embarazos de hasta ocho meses) y en ocasiones los fetos se arrojan en agua hirviendo para evitar cualquier posibilidad de supervivencia.

El colmo de la barbarie, ¿no? Pues sin llegar a ese punto de sadismo y salvajismo leo hoy una noticia que me hace pensar que en occidente no somos tan civilizados como nos gustaría creer: médicos italianos quieren reanimar a los fetos que sigan vivos tras el aborto.

Es decir, que hasta ahora si por un casual el feto sobrevive se le deja morir, sin más. Supongo que esta práctica es habitual en Italia donde según la noticia la ley no marca plazos máximos para abortos, pero teniendo en cuenta lo que se intuye y se sabe sobre lo estricto que es el cumplimiento de la ley en nuestro país...

Una de las áreas de la medicina en las que se ha dado un mayor avance en los últimos años en la neonatología, hoy en día es posible salvar la vida de un niño que pese un cuarto de kilo, pero estos datos objetivos y reales no se reflejan en el debate sobre el aborto, que sigue anclado en unos supuestos derechos, bien divinos por un lado, bien "a decidir" (sobre la vida de un niño?!) en el otro.

Y puestos a no escuchar a la ciencia, y ya que tenemos un sistema tan garantista para casi todo... ¿no sería cosa de serlo también en esto? ¿De ponernos del lado de los más débiles?

Pues parece ser que no, que todavía estamos preguntándonos si hay que ayudar a vivir a un feto o dejarle morir como no haríamos ni con un perro.

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