Ayer se inició el curso en la educación primaria de muchas comunidades y, como en todos los meses de septiembre de todos los años, hemos tenido que soportar los habituales resúmenes de lo mucho que hay que gastarse en la vuelta al cole y lo carísimo que nos sale que nuestros hijos estudien, vayaporDios.
Hay varias cosas que me llaman la atención de este fenómeno y la primera, que no es la más importante, es que las ropas de los niños se incluyan en este capítulo de gastos causado por el inicio del curso, como si en caso de no ir al colegio fuésemos a llevar a los niños en pelotas todo el invierno o con pieles de gatos cazados en el Retiro.
Otra cosa que me reconcome es ver cómo todo el mundo se queja de lo mucho que nos cuesta que los niños vayan al colegio, mientras las familias se gastan cantidades muy superiores a eso en objetos o juguetes absolutamente innecesarios y no precisamente baratos: que si la nintendo tal o cual, que si la pley nosecuantos... raro es ver a un niño que no tenga uno de esos artilugios que yo, que ya soy un provecto padre de familia, no puedo permitirme.
- Pero es que la educación debe ser gratuita - responderán con enojo las asociaciones de padres.
- No mire, la escolarización debe ser gratuita y, de hecho, no es que sea gratis sino que ya la pagamos con nuestros impuestos; es más, si me apura, no me parece mal que se desarrolle un sistema de ayudas para apuntalar las posibilidades de aquellos que tienen menos recursos y que, por ejemplo, se les facilite la compra de los libros de texto, pero la educación es algo más complejo que la matrícula del colegio y los libros y, desde luego, no tiene por qué ser gratuita.
Es más, creo que la gratuidad del sistema educativo es, hoy por hoy, uno de sus grandes problemas ya que ha sido (y está siendo) una de las principales razones de su desprestigio: lo que no nos cuesta nada no podemos valorarlo como muy importante y, así, la educación de nuestros hijos va ocupando un lugar cada vez menos prioritario dentro de las preocupaciones familiares, las escuelas se convierten en aparcaderos de niños y adolescentes y los profesores en niñeras. Por otra parte, aquello que no cuesta poco vale y poca calidad se le puede exigir, es como si comemos en un restaurante de menú a siete euros (si es que queda alguno): a nadie con dos dedos de frente se le ocurrirá quejarse porque el filete esté un poco duro.
¡Y hay tantos filetes duros en nuestros colegios!
La demagogia alcanza sus cuotas más altas en el tema de los libros escolares: un pingüe negocio para muchas editoriales que han logrado, además, que haya que cambiarlos todos los años por cojones (la mayoría de los ejercicios se hacen sobre el propio libro, con lo cual no se pueden heredar ni comprar de segunda mano) y que, para acallar las protestas de los padres, han conseguido que en varias comunidades los paguen las autoridades. Así, se da la peculiar circunstancia de que los impuestos de un mileurista o un parado pueden servir para pagarles los libros a las niñas adoptadas de Tita Cervera, por poner un ejemplo (aunque creo que en Madrid todavía nos resistimos a la demagogia de los libros gratis). En otros casos el asunto es un pelín menos escandaloso (sólo un pelín): se otorga una generosa subvención de entre 100 y 150 euros a todo quisque, que tampoco está nada mal.
En resumen, no podemos invertir nada en el futuro de nuestros hijos no sea cosa que se nos jodan las vacaciones o no nos alcance para nuestros diversos lujos o vicios, y la vuelta al cole no es más que otro gasto inoportuno como el seguro del coche o los recibos de la contribución (que, por cierto, no quiero ni pensar como vendrán este año con el socavón presupuestario que tiene montado nuestro amigo Gallardón). Y esa preocupación económica no es sino una muestra más de la falta de implicación de los padres en la formación de sus hijos, un tema que parece haberse convertido en una cuestión molesta a cargo únicamente de profesores y autoridades, y mí que no me molesten que me he comprado el partido del Madrí en el peiperviu.
Sinceramente, creo que estamos errando en nuestras prioridades.
16 septiembre, 2008
La vuelta a la mandanga de la vuelta al cole
Posted by Unknown at 9:44 a. m. Menéame
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2 comentarios:
Excelente post. Totalmente de acuerdo. Saludos. Nora.
Has atinado Carmelo, parece que en este país la educación no es LO MÁS IMPORTANTE ni para muchos padres ni para las Administraciones.
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