Presenta hoy el gobierno las líneas maestras de su reforma educativa y, como cabía esperar, se ha encendido la polémica como si fuese un barril de pólvora. Resumiendo muy mucho creo que los elementos novedosos más destacables que se incluyen son:
- La creación de una nueva asignatura que se llamará algo así como “Educación para la ciudadanía”.
- La desaparición de la Religión, desde un punto de vista confesional, como asignatura evaluable y su confinamiento a horarios fuera del habitual de clases.
- La inclusión del “hecho religioso” como parte de los contenidos curriculares, bien sea dentro de las asignaturas Historia o Filosofía bien como una nueva materia independiente.
- Volver al sistema de una única y común prueba de acceso a la universidad, es decir, que se va al garete la reválida.
- Seguir rebajando el nivel de exigencia y, por tanto, el valor de la educación y de los títulos: en primero y segundo de ESO sólo habrá un máximo de dos asignaturas más que en sexto de primaria, no sea cosa que los niños se hernien.
En conjunto la propuesta, que a partir de ahora se supone que tiene que ser debatida por la sociedad en general y la “comunidad educativa” en particular, me parece un lamentable retroceso al modelo de escuela como apeadero de niños y una profundización en el camino de dificultar la mejora social a través de los estudios, se ve que quieren cuidarle el chiringuito a sus hijos.
Probablemente, lo que más polémica levantará será el arrinconamiento de la religión al “guetto” de la peores marías, un tema sobre el que ya hemos hablado aquí. Ya dije que me parece perfectamente prescindible la religión en los colegios, al menos tal y como se entiende hoy en día, pero considero positivo que los alumnos aprendan algo de historia y cultura de las religiones: en un mundo cada vez más pequeño y variado creo que es imprescindible que la gente sepa quienes eran Buda, Shiva o Mahoma. Sin embargo, me llama poderosamente la atención la voluntad de confrontación de este gobierno “dialogante”, que se enfrenta gratuitamente al 75 % de la sociedad que elige para sus hijos la asignatura de religión.
Pero para mí lo más preocupante es la aparición cual estrella fulgurante de la “Educación para la ciudadanía”, que me recuerda a la “Formación política” (mi madre no se acuerda en este momento si efectivamente era ese su nombre) que se impartía en las escuelas franquistas y en la que se enseñaban los Principios Generales del Movimiento. He visto años atrás los libros de esas asignaturas, pensadas para educar a jóvenes falangistas más que a personas y, aunque ahora dan risa, desde que oigo que el PSOE tiene algo así entre manos lo que dan es más bien miedo, porque no nos engañemos: estos no saben educar, todo lo más adoctrinar.
Y si no que se lo pregunten a los del Fórrum.
El tema promete ser largo y dar mucho de sí, así que volveremos sobre él en sucesivas entregas.
ACTUALIZACIÓN: Vía Ajopringue y vía mi santa madre que me ha llamado esta mañana hemos recordado que la asignatura de marras se llamaba Formación del Espíritu Nacional. ¡Qué chévere!
27 septiembre, 2004
La reforma (des) educativa
Posted by Unknown at 9:32 p. m. Menéame
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