28 enero, 2005

Empiezan las elecciones en Irak

Un poco escondida entre los habituales grandes titulares sobre bombas y muertes encontramos hoy la noticia de que han empezando a celebrarse las elecciones en Irak. Se trata de la que será, previsiblemente, la parte más sencilla del proceso: el voto de los miles de iraquíes que viven lejos de su patria, pero creo que el valor simbólico del hecho es notable: después de muchos años bajo la bota de Sadam (sí, ese filántropo amigo de los niños) y probablemente por primera vez en su historia los iraquíes tendrán la oportunidad de participar en unas elecciones libres, a la que se han presentado diversos partidos provenientes de esferas de la sociedad diferentes, unos chiítas, otros kurdos, unos terceros sin una explícita adscripción a una comunidad concreta…

No nos engañemos, sigue tratándose de un proceso complicado en el que hay que salvar multitud de escollos. Por supuesto la violencia, las bombas no dejan de explotar las y los inocentes siguen muriendo; también habrá que vencer los recelos de los suníes, que promueven la abstención en estos comicios; asimismo, la falta de tradición democrática no deja de ser un problema, pero todas las democracias del mundo han pasado antes por ahí…

Por otra parte, si miramos atrás, aunque sólo sea unos 30 días, podemos ver como parecía absolutamente impensable que los comicios tuvieran lugar en la fecha prevista. Ahora, todo indica que son inevitables, es decir, algo (mucho) sí que se ha logrado avanzar. Y lo más importante es que, con todas las dificultades que traigan, estas elecciones son un gol por toda la escuadra a los islamofascistas que, como ya veíamos el otro día, no están tanto en contra de los EE.UU. como de la democracia que pueden llevar a Irak, a Afganistán o a cualquier otro lado.

En Afganistán muchas mujeres salen a la calle sin vestir la infamante burka y ya no son apaleadas; otras pueden ir a trabajar y han recuperado sus empleos de maestras, doctoras o enfermeras; las niñas han vuelto a los colegios y aprenden a leer y escribir; y mujeres y hombres han elegido a sus representantes en unas elecciones democráticas. En Irak está a punto de arrancar un proceso similar, de la tiranía a la democracia por un camino que siempre es tortuoso. La libertad, en definitiva, avanza en dos lugares en los que parecía imposible que lo hiciese.

Paradójico este mundo en el que “fascistas asesinos” como Bush y Blair (y un poquito también Aznar) llevan la libertad a los oprimidos.

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