16 febrero, 2005

La crítica musical, un género periodístico por los suelos

En una de sus más afortunadas frases Frank Zappa dijo una vez algo así como que la prensa musical era “un grupo de personas que no saben escribir preguntado a otras que no saben hablar para gente que no sabe leer”.

¿Demasiado demoledor? Quizá, pero el otro día y escuchando determinado programa de radio nocturno con una amplia sección cultural me vino a la memoria la contundente sentencia de Zappa, un músico por cierto bastante respetado por la crítica y la prensa musical a pesar de que siempre fue muy independiente y de ser lo que podríamos denominar un “outsider” de la industria.

Y es que si comparamos los espacios de crítica de cualquier medio de comunicación, especialmente en prensa o radio, veremos que en sus áreas de teatro, cine o libros el nivel de exigencia es alto y el de conocimientos de los críticos no es menor, pero en cuanto se habla de música moderna todo se cae por los suelos.

Aunque mis gustos particulares son muy especiales no me refiero a una cuestión de preferencias personales, sino al nivel de profundidad de los conocimientos que los “expertos” nos demuestran. Es decir, mientras un día se nos comenta un sesudo libro de filosofía con demostración profusa de conocimientos sobre el autor, su momento histórico o la madre del cordero, al día siguiente se comenta el disco de Luz Casal, por poner un ejemplo.

No es que no me guste Luz, que efectivamente me parece una cantante mediocre de música aburridísima, el problema es que su música y sus discos están al alcance del gran público, se emiten en la radio-fórmula y se encuentran en cualquier tienda. Es, para que ustedes me entiendan, como si las únicas novelas que se comentasen fueran las de Pérez Reverte y Don Brown o Dan Brown o como coño se llame.

Supongo que esta diferencia se debe a que la música moderna, lo que podríamos definir como música popular y que engloba gran cantidad de estilos en ocasiones abiertamente contrapuestos, es considerado un arte menor, e incluso para mucha gente no se puede considerar arte. Pero aunque la inmensa mayoría de lo que se escucha por ahí es (y estamos siendo muy generosos) "artesanía industrial" y en muchos casos pura bazofia, sí que hay música popular con un valor ciertamente artístico, amén que su impacto en la sociedad es lo suficientemente importante como para tenerla en cuenta y dedicarle algo más de tiempo y un esfuerzo más profesional, más crítico.

El problema es que, al igual que en el mundo de los libros o en el cine o en cualquier disciplina artística, en la música hay una primera capa de basurilla de consumo rápido compuesta por best sellers de dudosa calidad artística, pero precisamente para separar el grano de la paja están o deberían estar los críticos y los expertos. Sin embargo, los “expertos” musicales se conforman, por lo general, en escarbar muy ligeramente en esta capa de basurilla y ofrecernos algún pedazo que no sea especialmente maloliente.

Y para eso, señores, no se necesitan expertos: basta con enchufar la MTV y tener el dedo de zapear alerta.

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