Iba yo el jueves tranquilamente con mi coche oyendo el ahora menos divertido programa de Gomaespuma cuando empezaron una entrevista que, al parecer, era una más de la serie que durante esta semana están dedicando a un problema que nos tiene sin dormir a la mayoría de los españoles: qué hacer con el Valle de los Caídos.
La entrevista era a una señorita americana, presunta “experta en monumentos” que demostró en cinco minutos un desconocimiento bastante notable de la historia de España, de la realidad social del país hoy por hoy e incluso del propio Valle de los Caídos que supuestamente había estudiado (los problemas que hubo con el Vaticano no sé referían al tamaño de la cúpula sino a la longitud de la basílica). Pese a todo ello se permitió el lujo de recomendarnos cambiar los textos que hay en el monumento “para ponerlo en contexto”, la peregrina excusa era que si no los niños no entenderían quién fue Franco, como si los niños se pasearan por allí sin padres o profesores que les expliquen quién fue Franco.
A estas alturas, me llama la atención que nos cuestionemos qué se puede hacer de un monumento como el Valle de los Caídos (aunque hace tiempo hice una propuesta al respecto incomprensiblemente desatendida), como si el propio lugar y su significado no fuesen parte de nuestra historia. Porque la historia de una nación no es sólo las partes bonitas y democráticas (en ese caso en España tendríamos unos 30 años de historia y eso siendo generosos) sino todo lo bueno y lo malo que la han llevado a ser lo que es, con lo malo que habrá tenido lo bueno y lo bueno que pueda haber tenido lo malo, que de las dos cosas habrá.
Pongamos un ejemplo: hoy cumple 189 años el Museo del Prado, seguramente la mejor pinacoteca del mundo y que nació bajo los auspicios de Fernando VII, probablemente uno de los reyes más canallas y liberticidas desde Pelayo al presente. Es decir: el Prado es la obra de un tipo absolutamente abominable y nefasto para nuestra historia, ¿qué hacemos, le prendemos fuego?
Es obvio que el Prado es una maravilla mientras que el Valle de los Caídos es una obra todavía más discutible desde el punto de vista arquitectónico que desde el político, que ya es decir, pero ¿qué mejor lección de historia para nuestros niños que la siniestra y monstruosa (por grande y por fea) arquitectura del Valle de los Caídos? ¿Cómo podría mostrarse más claramente que Franco era un señor bastante siniestro, más bien gris y con un ego como una catedral que dejarlo todo tal y como está?
La historia se aprende estudiándola, no cambiando los monumentos que nos la explican.
19 noviembre, 2005
¿Qué hacemos con el Valle de los Caídos?
Posted by Unknown at 11:11 a. m. Menéame
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