28 julio, 2005

Ni nobles ni “noblas”

Leí en algún sitio, aunque he de confesar que ni me acuerdo donde ni estoy seguro de que fuera cierto, que los títulos nobiliarios en la antigua China no eran hereditarios, sino que la concesión de uno en lugar de “ennoblecer” a los descendientes del homenajeado lo hacía con sus antepasados. Como digo, no sé si es cierto pero me parecería hermoso que lo fuese, me resulta algo mucho más relacionado con el mérito, con ciertos valores positivos e incluso más romántico, por así decirlo.

Tras año y medio de darse de gorrazos el PP y el PSOE se han puesto de acuerdo ahora para reformar la ley que rige cómo se heredan los títulos nobiliarios. La sana intención de ambos grupos es eliminar la discriminación que se ejercía en esto sobre las mujeres, que se veían postergadas respecto al varón en estos importantísimos asuntos.

Obviamente, no puedo decir que me parezca mal que se elimine una forma de discriminación (por lejana que me quede y poca lástima que me den las “discriminadas”, que me las imagino llorando en la finca y es que se me abren las carnes) pero no he podido evitar descojonarme de la risa, con perdón, cuando he oído decir en la radio que era una noticia de la que debíamos alegrarnos todos los españoles… ¿Todos?

Yo me pregunto si en el S XXI tienen sentido la nobleza y los “Grandes de España”; obviamente, como no soy un cafre estalinista no estoy por pasarlos a cuchillo y expropiarles los cotos y los yates, pero no estoy muy seguro de que la posesión vía herencia de un marquesado o un ducado sea compatible con la igualdad ante la ley que pregonan nuestras leyes. Es posible que teóricamente sean éstas distinciones sin un verdadero contenido legal, pero algo tendrán cuando la gente se pone pleitos para ser vizconde de tal o barón de cual.

Por otra parte, puedo entender la existencia de una “nobleza” que consista en nombramientos personales a hombres o mujeres de una especial relevancia en las artes o las letras (o el deporte o la ciencia o lo que sea) o que hayan prestado servicios enormes a la nación, algo así como los sires ingleses, que sirvan de ejemplo y estímulo al resto de los ciudadanos, pero… ¿es nuestra nobleza ejemplo y estímulo de algo? Rara vez: sólo me vienen a la memoria los buenos artículos del difunto Duque de Alba, los excelentes vinos del Marqués de Griñón y los cuadros del Barón Thyssen, que tampoco los había pintado él. Tres de cientos, no es buen porcentaje (y encima dos muertos y uno extranjero).

Por una vez y sin que sirva de precedente voy a estar de acuerdo con los camaradas de IU: acabemos ya con esa institución vacía, ridícula y absolutamente impropia del S XXI, al menos, tal y como es ahora.

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