21 septiembre, 2005

Los dogmas del progresismo (o cómo nos la meten doblada)

El otro día estaba hablando con tres amigos que, casualmente, políticamente son todos más bien de derechas. A mitad de la conversación surgió el tema del calentamiento global y, vaya sorpresa, todos estaban convencidísimos de que el mundo se iba a pique y de que era culpa de especie humana. Cuando discutías un poco te daban los “argumentos” típicos: que si hace mucho calor, que si hay un montón de huracanes, que si los glaciares… es decir, vaciedades sin demasiado sentido pero con las que nos bombardean continuamente desde los medios.

Cuento esto no por meterme con mis amigos sino para que nos hagamos una idea de que si la propaganda ecologista tiene tal impacto en la mente de tres personas alrededor de los treinta, con cierto nivel intelectual, estudios universitarios y hasta de postgrado, emprendedores y, por así decirlo, tranquilamente de derechas ¿qué efecto puede tener en gente más joven, menos informada y con las ideas menos claras?

Efectivamente ni más ni menos que el que tiene: establecer dogmas irrefutables o que te otorgan la condición de facha irredento si se te ocurre rebatirlos.

Pero mire usted lo que son las cosas, en ocasiones hay gente inteligente que estudia la cuestión y, cuando conoce los verdaderos datos, se niega a aceptar lo que los sandías (apelativo cariñoso con el que algunos compañeros de Red Liberal se refieren a los ecologistas ya que son “verdes por fuera pero rojos por dentro”) nos venden como verdades incuestionables.

Uno de los últimos, por ejemplo, ha sido el famosísimo novelista Michael Crichton, de quien no he leído ni una obra (los best sellers no son lo mío) pero que es bien conocido porque antes de escribir cada una de sus novelas se documenta a fondo sobre el tema a tratar. Además, dadas las mareantes cifras de ventas de sus libros y su todavía más mareante cuenta corriente no creo que sea lo que se dice un estúpido.

Pues bien, la última de Crichton precisamente trata sobre unos “terroristas ecologistas” que van por el planeta provocando desastres para luego echarle la culpa a los de siempre: el capitalismo, EEUU… El argumento es, por supuesto, una fantasía (digo yo…) pero hoy el propio escritor presentaba su libro en Barcelona y ha lanzado una andanada feroz contra ecologistas y pseudocientíficos con perlas como: “El pensamiento ecologista hace daño porque se basa en datos científicamente incorrectos y especulaciones”. Toma ya.

Les copio un párrafo para que vayan haciendo boca:

Crichton partió de la idea de que la sociedad necesita "una comprensión mejorada del medioambiente". Aseguró que los consensos científicos son en realidad "consensos políticos". Y añadió que la amenaza del calentamiento tiene a la población "secuestrada". En este sentido, dijo: "Tendemos a dar a la ciencia una credibilidad que a veces no merece". El escritor explicó que en los años 70 se alertaba constantemente de una nueva era glacial que provocaría 11 grados menos para el 2000. "De repente, esa teoría desapareció y se reemplazó por un nuevo miedo, el del calentamiento global".
Ahí lo tenemos, se puede decir más alto pero difícilmente más claro: poca ciencia, mucha superstición, en multitud de ocasiones intereses poco confesables y todos, de izquierdas y de derechas, a pasar por el aro de los "dogmas irrefutables".

Pues así en casi todo, señores.

PD.: Por cierto, el link me lo ha pasado el comandante de la Alianza entre Mamones (gracias hombre) que también trataba hoy el tema.

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