24 octubre, 2005

La pancarta del Mein Kamp Nou

Andan en Valencia enfadadísimos por el espectáculo que se pudo “disfrutar” en el Kamp Nou el pasado sábado durante el descanso del partido que disputaban Barcelona y Osasuna. La cosa consistió en un acto convocado por la Coordinadora de Asociaciones para la Lengua Catalana, que desplegó en el centro del césped barcelonista una enorme pancarta en la que se podía ver el mapa de lo que los independentistas denominan Països Catalans, es decir, el proyecto imperialista del nacionalismo catalán (que es expansionista como toda ideología totalitaria) que contempla la anexión de Valencia, Baleares y una parte de Aragón.

Por si no tuviésemos suficiente con la pancartita llevada por niños, pobrecitos míos, el locutor cerró el acto con el grito de guerra del independentismo carodista y aledaños: “¡Vivan los países catalanes libres!”.

Es la segunda vez en lo que va de temporada que el club catalán se presta a un acto de marcado carácter político después de otra pancartita en apoyo del “Estatut” que se paseó hace unas semanas, pero en esta ocasión la cosa es todavía peor ya que cualquiera que tenga dos dedos de frente podía imaginarse que la ocurrencia despertaría no poco escozor en las áreas “conquistables”.

Efectivamente así ha sido y el portavoz y Conseller de Relaciones Institucionales del gobierno valenciano, Esteban González Pons, ha puesto con razón y acierto el grito en el cielo y ha pedido explicaciones al propio F.C. Barcelona y a la Liga de Fútbol Profesional porque como bien dice “utilizar el deporte y una retransmisión deportiva, frente a la cual los telespectadores están ideológicamente indefensos, para hacer apología del catalanismo expansionista es sencillamente impresentable”.

Desconozco si, como el propio González Pons apunta, todo ha sido un show montado por Laporta como cortina de humo de ese cuñado franquista que le ha salido de debajo de la alfombra, pero sea cual sea la razón última del numerito (y todas las que se me ocurren son igual de malas) la suma de deporte y política es una de las costumbres más despreciables de las más nefastas dictaduras, buenos ejemplos de ello son el fascismo en las Olimpiadas del Berlín, el comunismo a lo largo de toda su trágica historia de doping u otra clase de fascismo de nuevo cuño en otras Olimpiadas en Alemania, en esta ocasión en Munich.

Ahora se pretende potenciar esa vertiente catalanista, independentista y lela que siempre ha habido en el Barcelona sofocando todo lo demás y despreciando a los muchos seguidores que el equipo tiene más allá de las fronteras de Cataluña, incluso más allá de esas fronteras de pesadilla de hadas que se lucieron ayer en el centro del Nou Camp. No sé que espera sacar Laporta de todo ello, pero que se ande con cuidado porque el día en el que el Barça - Gramanet sea un duelo en la cumbre quizá se de cuenta de lo estúpido que era, que es.

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